La obsesión de Odete por tener un hijo y el dolor de Rui por la muerte de su amante no tienen, a nivel de historia, nada en común salvo la coincidencia en que el supuesto padre es Pedro, el amante de Rui. Seguir el embarazo se hace difícil pues el camino que sigue Odete nos lleva por actitudes de locura que resultan difíciles de aceptar fuera de una enfermedad psicológica. La historia de Rui es mucho más fácil de seguir, pero solo es colateral a la de Odete. El guión, complejo y no muy bueno, es del mismo director, que conociendo los puntos débiles de su guión se entretiene en desorientar al espectador con situaciones estrambóticas que uno no acaba de creerse, y mucho menos que se las crea la madre de Pedro. A veces me parece que el director quería demostrarme que él está por encima de toda vulgaridad y soy yo el que no tengo la altura suficiente para seguirle. Con todo he llegado al final, y ahí, la escena que cierra la película no se la perdono. Ahí me considero suficientemente capacitado para decirle al director que paso. Está bien realizada, sabe hacer cine, y está bien interpretada, sin ser unos grandes actores por lo que no le negaré un cierto interés.