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Voto de Peter Gabriel 77:
8
Thriller. Drama. Terror Un hombre decide vengarse del médico que cuando era niño le amputó innecesariamente las dos piernas. (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva demostración de poderío de Lon Chaney, quien cuenta por goleadas cada nueva aparición en mi televisor. Es asombroso lo de este hombre, espero que Bucco tenga ya con un pie al cuello su nombre tallado en piedra. Cuando Chaney aparece en pantalla cualquier pero pierde importancia, pero haberlos haylos. El director, un tal Wallace Worsley con el que me estreno y que por lo visto tuvo a Chaney como escudero en sus obras más recordadas, no se puede decir que sea un dechado de valentía y creatividad a los mandos. Aunque la película data de 1920, tampoco sería justo pedirle demasiado en este aspecto, supongo. Pero el mayor grano en el culo de la obra no es otro que la BSO, obvio punto clave de cualquier función muda, y que en este caso deja bastante que desar. Aséptica, carente de sentido y reiterativa, realza secuencias con una torpeza exasperante y apenas lleva en volandas al espectador, y lo que es peor, desaprovecha momentos para el lucimiento y la emoción que la trama sirve en bandeja de plata, dado el amor del personaje de Chaney por tocar el piano. En definitiva, un completo desastre. Pero ya digo, todo esto pasa a ser perejil cuando Chaney, que domina apabullantemente la obra de cabo a rabo, aparecen en pantalla, y gracias a Bon Scott esto ocurre en el 80% de los planos. Hasta la fecha, he tenido que contemplar todos los papeles de este prodigio de la naturaleza con las dos manos libres, en disposición de ponerme a aplaudir en cualquier momento, y este Blizzard no ha sido la excepción. Aquí Chaney vuelve a abrirse de nuevo en canal para deleite del respetable, dotando a su personaje de aristas, profundidad y veracidad con un autoridad insultante, reventando cremalleras y botoneras con cada mueca, cada gesto dramático. Nadie necesitó menos las palabras que este tipo para arrojar un torrente de sensaciones y emociones sobre el espectador, es inaudito. Ovación, alfombra roja y qué sé yo, salvas mil, definitivamente.
Peter Gabriel 77
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