Después de haber pasado mi niñez escuchando hablar de esta película, siempre tuve resquemor de verla. Es que había un no se qué adentro mío que me decía que no la viera. Tan equivocada no estaba. De factura fotográfica impecable, con un argumento que ya expresaba los temores de ser devorados por la tecnología, establece algunas verdades fundamentales: Primero, si le hacemos caso a la evolución, pues entonces no hemos cambiado demasiado ya que los humanos asesinamos y hacemos guerras desde siempre. Así que los primates que descubren cómo es todo el asunto de asesinar semejantes no es novedad. Segundo: Nunca el Danubio Azul sonó más hermoso en un film. Tercero: Haciendo futurología, Kubrick era un genio.
Vista así, esta película clásica es una auténtica obra de arte. Vista con los ojos de un espectador común y corriente, es un verdadero bodrio.