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Voto de Juan Ignacio :
6
Drama Dos hermanas se reencuentran después de mucho tiempo separadas. Una regresa por el delicado estado de salud de su padre, mientras que la otra pretende que nada ha cambiado. Junto a la madre, las tres se verán obligadas a reconstruir el pasado y a enfrentar los desafíos que aparecen en el presente. (FILMAFFINITY)
26 de julio de 2019
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Augusto Montemayor, un notario ya jubilado, anciano, sufre un accidente cerebrovascular cuando se encuentra declarando por un grave asunto en la sede de la Fiscalía, donde había acudido acompañado de su hija Mía.

Pablo Trapero, director y coguionista, junto a Alberto Rojas Apel, de esta película, nos expone un enorme drama familiar, con connotaciones políticas y criminales, que deriva hacia lo folletinesco, acompañado de hechos bastante sórdidos.

A pesar de ser una familia de pocos miembros, el ya mencionado Augusto, que queda en coma tras su desvanecimiento, su también anciana mujer, Esmeralda, y sus dos hijas, Mía y Eugenia, esta última residente en París de donde regresa de inmediato ante la gravedad de su padre (al cuadro se unirá un poco más tarde Vincent, el compañero sentimental de Eugenia); los sucesos que se producen desde el primer momento pueden dejar perplejo al espectador no avisado por la maldad de éstos, por escabrosos y por el odio y ruindad que destilan... Odio de la madre hacia su hija Mía, hacia su marido, hermanas que comparten hombre y entre ellas un amor que va más allá de lo fraterno, Eugenia manteniendo mientras tanto relaciones sodomitas con un amigo de la familia..., y todo ello aderezado con el criminal asunto que llevó al padre a la Fiscalía, del cual emana la riqueza de los Montemayor. Demasiada miseria junta, tanta que hace pensar que llega a haber algo personal entre el creador de esta obra y la clase social a la que ataca, no ya por ser alta, sino por venir de las mismas entrañas de la dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983. Por su puesto que Trapero es muy libre de criticar aquello que crea conveniente, pero tanta saña, al tiempo que llega a caer en el folletín, puede resultar caricaturesca, algo que él no creo que quisiera que su trabajo lo pareciera.

No obstante los excesos del guion la dirección es buena, meritoria la composición escénica y tratando muy bien los tamaños de campo, ya sea el primer plano, el medio o el general, así como las eficaces tomas con la steadicam siguiendo al personaje de Mía.

La interpretaciones de Martina Gusman y Bérénice Bejo son notables; buena la de Graciela Borges, si bien histriónica.
Juan Ignacio
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