Olía mal después de una "poco acertada" primera entrega... apestaba tras una desastrosa secuela... y, ahora, una vez más, Alvin y sus ardillas se estrellan en esta innecesaria tercera parte (eso sí, en esta ocasión contra el mar).

Es difícil encontrar un punto con el que empezar a hablar de semejante barbaridad cinematográfica, pero quizá se pueda comenzar remitiendo al fallido reparto (al fin y al cabo, qué se puede esperar de una película en la que se ha invertido más dinero en digitalizar a seis ardillas cantarinas que en contratar a intérpretes de calidad); por su parte, el guión pasa completamente inadvertido, ya sea por la nulidad argumental o por la falta de coherencia narrativa; la labor del director... ¡ah!, ¿pero es que la hay?... y así podría continuar con un sin fin de matices (y aspectos más serios) que se precipitan a las profundidades del océano.

Por destacar algo positivo (y obligándome a pensar hasta la saciedad para encontrar algo), cabría mencionar las avanzadas técnicas de animación utilizadas para crear a las pequeñas ardillas que protagonizan una destartalada aventura en una isla desierta en la que bien podrían haberse perdido para evitar una posible nueva secuela.