Magnífica actuación de Casey Affleck, tanto, que el espectador permanece todo el tiempo pendiente de él encarnando su personaje de Lee Chandler; se roba literalmente la película, casi sin importar lo que pasa y hacen los demás a su alrededor. Interpreta a un hombre sumergido en la más profunda soledad de una existencia que seguramente se debe haber cuestionado más de una vez a lo largo de esta historia. Un hecho familiar muy trágico lo coloca en la cornisa de la vida y a partir del mismo le resultará casi imposible encontrar, ya no un camino, sino un simple sendero de paz para mitigar su tormento que lo ha hecho olvidar hasta de sonreír. Es una historia que, Affleck con su natural voz apagada y que parecería también apagaría la trama, se transforma en una ayuda incontrastable para darle fuerza y acompañar un relato serio, firme y sin aditamentos convencionales que suele usar el cine norteamericano la mayoría de las veces. Una buena compañía resulta la actuación de Kyle Chandler como su sobrino desamparado. Hay un diálogo entre Lee Chandler y su ex esposa que embarga el corazón e impacta. Me adelanto a pensar que el Premio Oscar de este próximo 26 de febrero de 2017 quedaría en excelentes y merecidas manos si se lo otorgan a Casey Affleck como actor principal.