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España España · valencia
Voto de kapablanka:
7
Drama Narra la historia de la preparación y del legendario enfrentamiento por el campeonato del mundo entre Bobby Fischer, campeón de ajedrez norteamericano, y el campeón soviético Boris Spassky. El duelo, que tuvo lugar en 1972, en plena Guerra Fría, fue mucho más que un conjunto de partidas para conquistar un campeonato; prueba de ello es que captó la atención televisada de todo el mundo. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1972 la hegemonía ajedrecística mundial de los soviéticos era aplastante. Las instancias oficiales favorecían la “pureza moral” y el “amor y la devoción al modelo socialista”, propiciando de esta forma las más altas cualidades que a este deporte-juego-arte-ciencia se le presuponen, tales como: concentración, imaginación, previsión, memoria, voluntad, creatividad, intuición, planificación, prudencia, capacidad de cálculo, análisis y síntesis, empatía, resolución de problemas y toma de decisiones, capacidad organizativa, creatividad, imaginación, aceptación de reglas, etc…
De los “Palacios de pioneros”, una especie de campamentos boy scouts a la soviética, han surgido muchos de los campeones mundiales de ajedrez y de los mejores jugadores de la historia: Chigorín, Botvinnik, Alekhine, Smyslov, Mikhail Tal, Petrosian, Spassky, Karpov, Kasparov y Kramnik.
Resultaba una quimera que un jugador no nacido bajo la influencia del telón de acero llegara ni siquiera disputar el título por el campeonato del mundo.
Fue precisamente en un pequeño apartamento en Brooklyn (Chicago) donde empezaría a gestarse un prodigio, un niño medio autista (probablemente con síndrome de asperger) que años más tarde haría temblar los cimientos del imperio soviético. A Robert James Fischer (Bobby) no le gustaba la gente, ni el ruido, ni el colegio, ni los rusos, ni los comunistas, ni los judíos, ni los EEUU, sólo le interesaba su mundo, un mundo delimitado por las 64 casillas del tablero de ajedrez. Fue un autodidacta, que con un coeficiente intelectual de 187 (cercano al de Gary Kasparov, y por encima de Albert Einstein) trasformó el ajedrez en arte, firmando algunas de las más bellas partidas jamás jugada (léase “La partida del siglo” que jugó con 13 años frente al Gran Maestro Byrne) y que con una lucha insaciable y sed de victorias consiguió alzarse como vencedor en el campeonato del mundo de ajedrez en 1972, ante el GM Boris Spassky.
El director Edward Zwick intenta narrar lo sucedido durante el referido campeonato del mundo de forma muy somera, sin llegar a profundizar en la forma en la que logró llegar a dicho campeonato, ni en la niñez de Bobby, tampoco en sus problemas mentales, ni en la rivalidad con Reshesvsky (compatriota suyo). Son breves pinceladas que no consiguen hacer disfrutar en plenitud ni a los cinéfilos, ni a los amantes de este juego, quedándose simplemente en tablas.
Sobre los actores y personajes:
Tobey Maguire, no me resulta convincente en cuanto a su interpretación del genio. Puede que me encuentre influenciado por la gran cantidad de videos y películas que he visto de Bobby, y no lo vea reflejado en el larguirucho y desgarbado personaje que en realidad era. Posiblemente Jhon Turturro lo hubiera hecho mejor, pero claro, habría que teñirle el pelo de rubio, y la verdad que no lo veo claro. Además Turturro ya cumplió el cupo de ajedrecista loco con la genial “La defensa Luzhin”.
Leiv Schreiber, probablemente siguiendo instrucciones del director se nos muestra poco más que como una estrella de Rock and Roll, un ser endiosado que va a los torneos teletransportado sólo para jugar, no se muestra ninguna evolución del personaje. Además, los 1,91 de Ray Donovan y su cuerpo esculpido a base de pesas de gimnasio hacen poco creíble que sea Spassky. Mens sana in corpore sano, pero dentro de los límites.
Peter Sarsgaard, el personaje del exsacerdote Lombardy, aparece en la película para completar los diálogos, pues Bobby fue completamente sólo a enfrentarse al equipo de Spassky. Cinematográficamente no quedaría bien un monólogo interminable, pero la figura del “cura-guay” queda como la del “negro-que-hace-risa”, obsoleta.
Michael Stuhlbarg, es el que mejor lleva la interpretación, aunque su reiteración en su ansia por machacar todo lo que huela a comunista, lo lleva a quedarse a la altura de los demás. Para este personaje el ajedrez era secundario, lo importante era destronar a los rojos. En este aspecto se exagera mucho.
Ha habido mejores películas con temática al completo de ajedrez, tales como “La defensa Luzhin” a la que se ha hecho referencia anteriormente. Y Especial mención para “Fresh” (1994), una muy buena película que no puede pasar desapercibida para un buen aficionado al ajedrez. En ella, Fresh (Sean Nelson), un niño de 12 años que trapichea con drogas pasando crack de los camellos locales en Brooklyn (un guiño a Bobby Fischer) se evade de los problemas que las drogas conllevan yendo a jugar al ajedrez a escondidas con su orgulloso y fracasado padre (Samuel L. Jackson), a quien no está autorizado ver.

En el caso Fischer, se nos muestra a Bobby como un gran luchador norteamericano en contra de los comunistas, que simplemente hizo la mejor jugada, … desapareció (parafraseando la genial película de “En busca de Bobby Fischer”. ¿Pero fue realmente así? Dejó el ajedrez, eso es cierto y objetivo. ¿Los motivos? ¿ya cumplió su objetivo? Según Karpov, siguiente campeón mundial por incomparecencia de Bobby, el sistema nervioso de Bobby se derrumbó, por el simple hecho de pensar en poder perder. Karpov fue duramente entrenado durante 3 años exclusivamente para vencer a Fischer y su desaparición le privó de ganarle muy probablemente.
(sigue en el spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kapablanka
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