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España España · Sevilla
Voto de Musiczine:
7
Drama. Acción Un relato sobre las artes marciales y el alma de la civilización china. Dos maestros de kung fu, Ip Man (Tony Leung), el hombre que entrenó al mítico Bruce Lee, y la bella Gong Er (Zhang Ziyi) se reúnen en la ciudad natal de Ip Man en vísperas de la invasión japonesa de 1936. El padre de Gong Er, un gran maestro de renombre, también viaja a esa ciudad para la ceremonia de su jubilación, que tendrá lugar en el legendario burdel El ... [+]
12 de enero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a que el género de las artes marciales no es nuevo para el hongkonés (ahí está ASHES OF TIME y su posterior reedición), no deja de estar justificada la enorme curiosidad que despierta este evidente viraje artístico, dentro de la obra de uno de los estetas más nobles que conoce el cine contemporáneo. THE GRANDMASTER, sobre el papel, despierta un buen número de curiosidades, pues el desplazamiento genérico desde un film como MY BLUEBERRY NIGHTS hacia el que ahora comentamos es cuanto menos forjador de no pocas intrigas… ¿Habrá sido capaz el realizador de no sucumbir a los imperativos coreográficos, violentos, superficiales y delirantes a los que nos tiene acostumbrado este tipo de legado asiático? La respuesta, afortunadamente, es no.

THE GRANDMASTER, sabedor de la encrucijada de corpus que plantea, es un film que tiene la valentía de aprovecharse de esas numerosas costuras que lo hilvanan. Desde el primero de sus planos, se pone en evidencia un atractivo combate, que no es el que dirimen sus personajes dentro de ella, sino el que pone en litigio la voluntad autoral del creador y las reglas inherentes al producto en el que ha decidido inmiscuirse.
El hipnótico fluido de imágenes que propone no es sino el fruto, el fogonazo, la candencia de la fértil y desequilibradora pugna entre la flagrante disimilitud de esas dos voluntades convocadas: la de quien no está dispuesto a dejarse arrollar por la dificultad de la empresa y la de los obstáculos dirimidos por ésta. El director asiático, de esta forma, sabe apropiarse de un género al que conmueve medularmente sometiéndolo al mandato de su humedecida, cimbreante, lascivamente frágil predilección expositiva.

De resultas, los mejores momentos de THE GRANDMASTER son aquellos –los más- en los que sale vencedor el afán envolvente, etéreo, inaprensible, deslizador, líquido y enigmático de su realizador. Se nota el gozo del cineasta por imponerse a la envarada codificación del género: Kar Wai y su equipo artístico, insistimos, logran la proeza de estimular un novedoso acercamiento hasta él. La cámara del realizador propone elegancia, sensibilidad, hondura y significados nuevos a los oxidados desenfrenos acrobáticos ya consumidos.

La verdadera esencia del film la compone el modo con el que el realizador enriquece de significados emocionales, afectivos y subjetivos todos y cada uno de los obligatorios combates convocados. Mediante ellos bucea en el tormento y en la pasión que aprisionan a los dos personajes centrales: Kar Wai aporta angulaciones, acercamientos y ralentís nunca vistos, puesto que la acción encuadrada no tiene importancia en sí misma, sino que está al servicio de una intencionalidad novedosísima. En THE GRANDMASTER la pugna karateka no es más que la excusa para un retorno al melodrama conmovedoramente cauto que ha caracterizado siempre a su creador.
El extensivo poderío ejecutor del autor de HAPPY TOGETHER se inmiscuye entre las bellísimas piruetas actorales dictaminando una puesta en escena en la que el gusto por el detalle hecho captura, el pincelado del recoveco, la detención del instante, la exaltación de la mirada, la sorpresa mostrativa inesperada y la vertiginosa significación estética se adueñan del encuadre privilegiado. Los combates, las pugnas, los ajustes vengativos, las exhibiciones marciales ceden a la hipnosis coherente del cálculo emprendido por la orquestación de un cineasta siempre obsesivo, extenuante, sinuoso y preocupado por alumbrar una densa apropiación de un género que, en sus manos, se somete al dictado de una arrolladora fertilidad sensorial.

Sin embargo, contra pronóstico, hay un palmario desequilibrio que menoscaba la totalidad de un film que podría haber sido sobresaliente. En THE GRANDMASTER el personaje principal, paradójicamente, acaba quedando ensombrecido por la grandiosa aportación de un excelente personaje femenino. Ip Man no puede más que dejar paso a la altiva, segura y subyugante Gong Er, la hija de Gong Baosen, el maestro del noreste chino que repara antes que nadie en las habilidades de Man. El film no resiste que su personaje medular quede en un segundo plano no previsto, pues gana unos magníficos enteros afectivos, emocionales y misteriosos, que menguan ostensiblemente cuando ella (una espléndida Zhang Ziyi) no se halla en escena.

De todas formas, THE GRANDMASTER salda su particular contienda con la saludable noticia de que Wong Kar Wai ha sabido hacer del peligroso envite un estimable artefacto mediante el que acreditar su aterciopelada valía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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