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Voto de Sines Crúpulos:
6
7,7
121.617
Thriller. Drama
El día en que Juan (Alberto Ammann) empieza a trabajar en su nuevo destino como funcionario de prisiones, se ve atrapado en un motín carcelario. Decide entonces hacerse pasar por un preso más para salvar su vida y para poner fin a la revuelta, encabezada por el temible Malamadre (Luis Tosar). Lo que ignora es que el destino le ha preparado una encerrona. (FILMAFFINITY)
8 de noviembre de 2009
141 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que de lo que de la vida se retrata en el cine, me quedo con su parte más macabra, que la hay, y mucha. Así que si eres de los que se escandalizan por lo políticamente incorrecto, ya puedes dejar de leer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Conocemos la gravedad y sabemos cómo puede afectar psicológicamente que tu novia embarazada sea asesinada por un policia a golpe de porra. No es necesario eliminar el sonido ambiente y dar eco y volumen a unos redobles, fundir en negro y sacar a los protas dándose besitos en la cama. Esos efectos pueden impresionar al espectador novato (y lo hacen), pero al que se ha tragado ya innumerables bodrios, blockbusters, ensayos, cortos alternativos, superproducciones y películas medias de toda calaña no le resulta más que chirriante, contentador, sobrante, pegotesco y billetizado. Resultaría imposible enumerar la cantidad de películas que se van al traste con esta manía de querer recalcar lo doloroso y lo injusto, así que lo mento en la última víctima que conozco: Celda 211.
La manipulación barata es la eterna asignatura pendiente del cine.
Me lanzo a continuación con un párrafo de crítico empalmao:
"el guión tiene el mérito de girar un par de veces sin salir del trullo, el abuso de primeros planos resta intensidad a los que de verdad vienen a cuento y la narración se hace fluida, tal vez por los golpes de humor salteados, o tal vez porque Luis Tosar levanta la película cada vez que abre la boca, es decir, cada medio minuto. Y es que los personajes están en general bien, pero el prota resulta del todo increíble y su rol tira por tierra una película que pasados los primeros veinte minutos parecía encaminada a las ocho estrellas" Qué lástima.
En resumen: el papel de ella existe (escuchado de su boquita en un reprtaje de la tele, no me invento nada") para que nos sintamos identificados con el protagonista. El error es que yo no me quiero identificar con ese gilipollas sino con el abuelete etarra o con el malasangre, que son los que molan.
Por ejemplo, nadie puede poner en duda que la mejor escena de En el nombre del Padre es aquella en la que el irlandés le pone las cosas claritas al gallito del corral con una simple dirección postal. Igualmente, las conversaciones de Malasangre con los "amigos del norte" son lo mejor en ésta. Uno y otros molan. Y esto es así, lo que divierte y emociona son los etarras, el Tachuelas, el Colombiano, etc, no el niñito bueno babeando saliva (segregada por Daniel Monzón) con su asquerosa mujer embarazada.
Cuarenta kilos de gambas, cien gramos de farlopa y otros cien de speed. Y un goya como una olla.
La manipulación barata es la eterna asignatura pendiente del cine.
Me lanzo a continuación con un párrafo de crítico empalmao:
"el guión tiene el mérito de girar un par de veces sin salir del trullo, el abuso de primeros planos resta intensidad a los que de verdad vienen a cuento y la narración se hace fluida, tal vez por los golpes de humor salteados, o tal vez porque Luis Tosar levanta la película cada vez que abre la boca, es decir, cada medio minuto. Y es que los personajes están en general bien, pero el prota resulta del todo increíble y su rol tira por tierra una película que pasados los primeros veinte minutos parecía encaminada a las ocho estrellas" Qué lástima.
En resumen: el papel de ella existe (escuchado de su boquita en un reprtaje de la tele, no me invento nada") para que nos sintamos identificados con el protagonista. El error es que yo no me quiero identificar con ese gilipollas sino con el abuelete etarra o con el malasangre, que son los que molan.
Por ejemplo, nadie puede poner en duda que la mejor escena de En el nombre del Padre es aquella en la que el irlandés le pone las cosas claritas al gallito del corral con una simple dirección postal. Igualmente, las conversaciones de Malasangre con los "amigos del norte" son lo mejor en ésta. Uno y otros molan. Y esto es así, lo que divierte y emociona son los etarras, el Tachuelas, el Colombiano, etc, no el niñito bueno babeando saliva (segregada por Daniel Monzón) con su asquerosa mujer embarazada.
Cuarenta kilos de gambas, cien gramos de farlopa y otros cien de speed. Y un goya como una olla.