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Voto de Ro_Sauron:
6
6,7
995
Drama
Amin Jaafari, un cirujano israelí de origen palestino, está completamente integrado en la sociedad de Tel Aviv. Tiene un matrimonio feliz, una carrera brillante y numerosos amigos judíos. Cuando un ataque suicida en un restaurante deja 19 muertos, la policía israelí le dice que su mujer, que también ha muerto en la explosión, era la causante del atentado. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2015
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que veo películas que están inspiradas en novelas me es imposible no hacer una comparación. Y es que "Juego de Tronos" es un maravilloso ejemplo (entre otros pocos) de cómo se puede/debe adaptar un libro a la gran pantalla: acortándolo, sí, pero sin perder la esencia y la función de sus personajes y valorando siempre cuáles son las escenas que verdaderamente pesan.
Y dicho esto, "El Atentado" es un ejemplo de cómo NO se debe hacer una adaptación. No es de las peores, desde luego, pero visto el valioso material deshechado, no puedo evitar hacer esta afirmación.
Y dicho esto, "El Atentado" es un ejemplo de cómo NO se debe hacer una adaptación. No es de las peores, desde luego, pero visto el valioso material deshechado, no puedo evitar hacer esta afirmación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El reparto es maravilloso pero está horriblemente desaprovechado. Cuando se descubre que Sihem es la autora de los atentados, el film cobra un ritmo de thriller, así que el espectador se pone tenso: ¿Por qué lo ha hecho? ¿La obligaron? ¿Van a pagar los que le lavaron el cerebro? La expectación baja drásticamente cuando nos explican que Sihem lo decidió sola, que empezó a militar para la Causa a través de su sobrino político Adel y que el desencadenante de su decisión fue el bombardeo en Janin. Pues vale. Así que nuestro protagonista (un Ali Suleiman estupendo) se vuelve a su casa, contempla un vídeo muy absurdo de su esposa llamándolo por teléfono y luego vuelve a la estación de autobuses donde se despidió de ella por última vez. Y allí, en una escena muy lacrimógena, adopta la frase de despedida de su esposa: "...Porque cada vez que te marchas algo se muere dentro de mí".
Eso es precioso, pero es un bajonazo.
La novela pasa por todos los momentos thriller que nos muestra la película, pero llega un punto en el que el suspense desaparece y deja paso a la introspección, al momento en el que Amine comienza a ver todo lo que se ha esforzado en ignorar durante el tiempo que ha pasado en Israel. Esto no ocurre en el film, y en mi opinión, es una parte muy importante:
Podríamos decir que la novela tiene dos partes: en la primera reina la incomprensión, el caos y el suspense. A Amine le caen tortas de todos los lados. Lo atacan sus vecinos israelíes, lo torturan en la comisaría, luego le pegan una paliza los porteros del sheikh y más tarde, cuando consigue localizar a su sobrino Adel de una puñetera vez, lo captan los milicianos y lo retienen un par de días en un agujero maloliente. (He de decir que no me parece mal que la película haya preferido dejar a un lado todo esto).
La segunda parte comienza tras el encuentro con Adel. Ahí queda claro el por qué del suicidio de Sihem, y Amine comienza a olvidarse de ella. De alguna forma la deja marchar. Entonces se dirige a las tierras tribales en las que vive su familia y allí se reúne con su tío abuelo y el resto de sus parientes. Esta parte del libro muestra recuerdos, profundiza más en la forma de vida al otro lado del muro. El autor se esfuerza en destacar la carga emocional que representa la casa familiar para el protagonista. Tiene lugar, al lado del muro también, el encuentro entre Amine y el anciano judío Zeev, antiguo mecenas de su padre. Ambos conversan sobre religión, sobre el conflicto, de forma amistosa, con esperanza y tristeza.
Si en la primera parte del libro reina el caos y la crueldad, en la segunda reina la paz y la ternura. Amine no piensa en Sihem pero se da cuenta de qué es lo que se ha estado perdiendo todo este tiempo, mientras ignoraba a todos sus parientes del otro lado del muro. Y se da cuenta también del por qué de toda esa locura, del odio, de la indiferencia ante la propia muerte, cuando otro de sus sobrinos, Wissam, se autoinmola contra un puesto de oficiales israelíes. Entonces el ejército da la orden de destruir la casa familiar. (Y esto creo que se basa en eventos reales: el ejército israelí ordena demoler las casas de las familias de los terroristas. Si no las evacúan, lo hacen con ellas dentro).
A partir de aquí no os cuento el final, sólo os diré que está directamente conectado con el principio de la novela. Un principio que la película ha querido omitir, lo cual implica eliminar con él uno de los mejores finales que he leído en mucho tiempo. Más conmovedor y con un mensaje más triste y más poderoso que el de la película.
Es una pena que no aprovechen el dinero, los actores, la BSO y la fotografía, para crear un producto mucho más satisfactorio no sólo para el público, si no también para el cine. El cine también sirve para dar mensajes.
Eso es precioso, pero es un bajonazo.
La novela pasa por todos los momentos thriller que nos muestra la película, pero llega un punto en el que el suspense desaparece y deja paso a la introspección, al momento en el que Amine comienza a ver todo lo que se ha esforzado en ignorar durante el tiempo que ha pasado en Israel. Esto no ocurre en el film, y en mi opinión, es una parte muy importante:
Podríamos decir que la novela tiene dos partes: en la primera reina la incomprensión, el caos y el suspense. A Amine le caen tortas de todos los lados. Lo atacan sus vecinos israelíes, lo torturan en la comisaría, luego le pegan una paliza los porteros del sheikh y más tarde, cuando consigue localizar a su sobrino Adel de una puñetera vez, lo captan los milicianos y lo retienen un par de días en un agujero maloliente. (He de decir que no me parece mal que la película haya preferido dejar a un lado todo esto).
La segunda parte comienza tras el encuentro con Adel. Ahí queda claro el por qué del suicidio de Sihem, y Amine comienza a olvidarse de ella. De alguna forma la deja marchar. Entonces se dirige a las tierras tribales en las que vive su familia y allí se reúne con su tío abuelo y el resto de sus parientes. Esta parte del libro muestra recuerdos, profundiza más en la forma de vida al otro lado del muro. El autor se esfuerza en destacar la carga emocional que representa la casa familiar para el protagonista. Tiene lugar, al lado del muro también, el encuentro entre Amine y el anciano judío Zeev, antiguo mecenas de su padre. Ambos conversan sobre religión, sobre el conflicto, de forma amistosa, con esperanza y tristeza.
Si en la primera parte del libro reina el caos y la crueldad, en la segunda reina la paz y la ternura. Amine no piensa en Sihem pero se da cuenta de qué es lo que se ha estado perdiendo todo este tiempo, mientras ignoraba a todos sus parientes del otro lado del muro. Y se da cuenta también del por qué de toda esa locura, del odio, de la indiferencia ante la propia muerte, cuando otro de sus sobrinos, Wissam, se autoinmola contra un puesto de oficiales israelíes. Entonces el ejército da la orden de destruir la casa familiar. (Y esto creo que se basa en eventos reales: el ejército israelí ordena demoler las casas de las familias de los terroristas. Si no las evacúan, lo hacen con ellas dentro).
A partir de aquí no os cuento el final, sólo os diré que está directamente conectado con el principio de la novela. Un principio que la película ha querido omitir, lo cual implica eliminar con él uno de los mejores finales que he leído en mucho tiempo. Más conmovedor y con un mensaje más triste y más poderoso que el de la película.
Es una pena que no aprovechen el dinero, los actores, la BSO y la fotografía, para crear un producto mucho más satisfactorio no sólo para el público, si no también para el cine. El cine también sirve para dar mensajes.