No era necesario hacer una serie por entregas para repetir continuamente los mismos esquemas narrativos sin avanzar ni un milímetro en el desarrollo psicológico de los personajes.
Las situaciones argumentales se suceden machaconamente: el padre o la madre hablando discutiendo con el hijo, el padre o la madre consolando a la hija pequeña, el padre dando la brasa al teniente Sierra, la madre actuando por libre, el padre enredado en la madeja de su despacho, el tío que calla y otorga, los horrorosos flash back, las pruebas que no aparecen, el falso culpable para crear una falsa tensión al final de cada capítulo...
Empezó bien, aunque con un marcada intención didactica, que no moralista, pero ha degenerado en un pozo sin fondo del que se empeñan en sacar agua.