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España España · Ad Petrum, Madrid
Voto de astimegoesby:
10
Drama Dinamarca, 1623. En plena caza de brujas, Absalom, un viejo sacerdote, promete a una mujer condenada a muerte que salvará a su hija Anne de la hoguera si la joven accede a casarse con él. Según la ley, las descendientes de las brujas también deben arder en una pira. Meret, la anciana madre de Absalom, desaprueba desde el principio el matrimonio. Cuando Martin, el hijo de Absalom, regresa a casa para conocer a su madrastra, se enamorará ... [+]
18 de febrero de 2012
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día el cine ya no es Arte, sólo control mental y propaganda para tener quieto-parao al ganado consumista. Horrywood nunca producira una película que nos lleve a la armonia, la espiritualidad, la meditación, los valores universales o el despertar masivo de la conciencia.

Sin embargo, en el Cine con mayúsculas también hay arte, y por encima de tantos propagandistas tipo Spielberg destacan dos maestros: Kubrick y Dreyer. Dreyer le parecerá un coñazo al comemacdonalds de los multicines, pero es una mina de estética y arte visual para los quienes amamos el arte. Sus obras son cuadros vivientes, obras inmortales y compendios de plasticidad cinematográfica. Si quieres disfrutar del cine y aprender del cine, bebe de Dreyer sin parar, emborráchate de este genio y disfruta de cada encuandre: es un oasis de luz en una ciénaga de efectos especiales para mentes programadas.

Dreyer es un maestro de la dirección de autores, la iluminación, la composición, la puesta en escena y el encuadre, como Kubrick. “El estilo es invisible e indemostrable”, decía Dreyer. Su estilo se ve en esas luces rectangulares, en la desnudez mística de todo su cine, en sus diálogos graves y poéticos. Detiene el tiempo en sus películas, para decirte que el tiempo es precisamente LA MUERTE INELUCTABLE. Quisieron hacer una película sobre él y dijo “yo no soy interesante”. Como decía Oscar Wilde, “la misión del artista es crear obras de arte y ocultar al artista”. “Lo que pasa en al pantalla no es la vida real, si no no sería arte”, decía Dreyer. Era pulcro, raro, metódico, aburrido.

Las contemplativas escenas cotidianas son como cuadros de Vermeer, Van Dyck, Rembrandt o los artistas flamencos de la época. La luz primorosa se cuela en los escenarios de Dreyer y el genio la administra dibujando los matices de cada momento dramático, como claroscuros de la vida (a lo Tintoretto). ¡Arte y Belleza en un mar de mentiras y mediocridad! ¡Viva Dreyer! Dreyer siempre contrapone la dualidad vida-muerte mediante escenas que suelen estar relacionadas con la luz de la Naturaleza y la primavera o la quietud de un tenebroso velatorio, plagado de blancos, de silencios y un tic-tac que pasaba por allí: la inexorable guadaña del tiempo... Fuego, sombras y campanas son también símbolos recurrentes de Dreyer, casi siempre como metáforas del paso del tiempo, de la vida frágil o de la muerte. Las obras de Dreyer son poesía en imágenes, los diálogos poéticos son otra de sus características, y así tenemos que en Dies irae desarrolla las escenas de amor en el bello contexto del cortejo del Cantar de los Cantares de la Biblia, que tiene asimismo un alto contenido místico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
astimegoesby
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