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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · Villacanicas del Hoyo
Voto de McCunninghum:
10
Acción Una carrera a toda velocidad por las calles de París. (FILMAFFINITY)
18 de julio de 2011
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
(viene de "Detour", de Edgar G. Ulmer)

Godard, ser coherentemente contradictorio, comenzó su carrera como cineasta siguiendo su propio dictum. Lo sazonó con el encanto de Belmondo, Syberg y cinefilia a raudales, y para el caso no importa que los devenires de God-Art le hayan llevado a la retractación, por lo demás necesaria. Antes de llegar, siguiendo a Malraux, a la constatación poco luminosa de que el cine es, ante todo o además, una industria, Godard podía decir: el cine es, además, un medio de transporte. El coche-cinematógrafo o cochematógrafo.
En "Al final de la escapada" (59) aparecen las escenas de coche y pareja como una paráfrasis, aunque después se encierre a la pareja en una habitación durante la mitad del metraje. El acontecimiento es el que sigue: Godard comienza en la modernidad mecánica, pero pronto abandona el coche y se encierra. La Historia retornará, como lo Real y las metáforas, en un medio de transporte: el transatlántico de "Film Socialisme" (10).

El desencanto del sueño mecamístico de los 50 (representado, además de por los cineastas mencionados, por Marshall McLuhan, la NASA y José Val del Omar), llevó a la generalización de la deriva móvil y a la normativización de las road-movies y los work-in-progress en los 60.
El retorno nostálgico del instante original se produciría a mediados de la década siguiente, los nihilistas pero melancólicos 70´s. Heredero nato de la modernidad minúscula, Wim Wenders se subiría al coche con su cámara y, a falta de chica y conflicto (no obviemos que es el inicio postista y, por lo tanto, la hecatombe de los Grandes Relatos), juntará a dos hombres muy reflexivos y autoconscientes, que hablan sobre el tiempo y el lenguaje mientras avanzan con su coche por páramos desoladores, siempre arañando la frontera, en "En el curso del tiempo" (75). De pronto, parece que el cochematógrafo se desvaneciera: a través de sus ventanas no se percibe un mundo (recordemos el "no hay nada que mirar" que le dijera Wenders a Herzog en su film sobre Yasugiro Ozu "Tokio Ga (ver textículo ad hoc = http://www.filmaffinity.com/es/review/39234919.html)), y el espacio metafórico-tecnológico provisto por el automóvil se llena de palabras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McCunninghum
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