Al César lo que es del César. Después de ver La balada de Buster Scruggs y terminada la primera temporada de El método Kominsky, a uno le queda la sensación de que Netflix está haciendo bastante bien las cosas. Al menos en lo que se refiere a los proyectos que financia y pueden ver la luz. Aunque sea en la pequeña pantalla.

En su nuevo producto televisivo, la cadena cuenta con dos actores brillantes -Michael Douglas y Alan Arkin-, un guión cargado de situaciones entrañables y diálogos con mucha chispa. Además de tener una duración en cuanto a minutos y capítulos idónea para terminar el día con una sonrisa en la cara. Suficiente, cuanto menos, para captar la atención.

Problemas con la próstata, hijas descarriadas, la búsqueda de una vida sentimental activa y el no verse apartado de una sociedad, en la que las nuevas tecnologías te hacen estar forzosamente al orden del día en dicha materia, son gran parte de las aventuras de estos dos gruñones. Y como testigo de fondo: Los Ángeles.

Estos dos personajes están acompañados de una rica galería de secundarios que incluye caras conocidas en el mundo del cine: como Ann-Margret, Elliott Gould y Danny De Vito en un rol breve pero divertidísimo. Así como otros intérpretes menos conocidos pero igualmente notables. Es el caso de Nancy Travis o Sarah Baker en los papeles de amante e hija respectivamente de Sandy Kominsky.

Situaciones divertidas, entrañables, irónicas y conmovedoras es lo que va a encontrar el espectador en El método Kominsky. Un acierto notable de Netflix que supone una opción muy divertida y entretenida, con unos personajes a los que se les coge cariño. Gracias sobre todo a situaciones donde los diálogos ácidos y mordaces de Chuck Lorre se hacen notar. El creador de The Big Bang Theory ha vuelto a dar con la tecla del éxito.

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