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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
5
Intriga. Drama Aristides Leónides es el patriarca de una adinerada familia de origen griego que será asesinado poco después de que su nieta presente a la familia a su prometido, hijo de un detective de Scotland Yard, que será quien deberá resolver el crimen. Adaptación de la novela de Agatha Christie. (FILMAFFINITY)
14 de abril de 2018
29 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las adaptaciones literarias de Agatha Christie para el cine y la televisión siguen siendo rentables. Dentro del enorme grupo que la integran, en nuestra memoria son pocas las que sobreviven y brillan por sí mismas: la estupenda “Testigo de cargo” de Wilder sigue siendo una de las mejores, seguida de la versión de René Clair “Diez negritos” y rodada antes de la de Wilder, “Asesinato en el Orient Express” de Lumet, que contaba con uno de los repartos más impresionantes vistos en una misma película o “Muerte en el Nilo”, que seguía esa estela de grandes estrellas como principal reclamo. Con el paso del tiempo esta fórmula se fue agotando, quizás porque se iban poniendo en manos de directores que cumplían con el encargo sin añadir demasiado talento, por lo que encontraron más salida a estos productos como telefims que como películas rodadas para el cine. En este año, aparte del “remake” de “Asesinato en el Orient Express” ejecutado por Kenneth Branagh, que no contó con el apoyo ni de la crítica ni del público al utilizar sin mucha imaginación la fórmula ya extinguida, nos llega “La casa torcida” de Gilles Paquet- Brenner, del que se podía esperar más de lo que finalmente ha ofrecido, eso sí, lo ha hecho con corrección, además de apuntar una cierta intención de renovar la línea a seguir en futuras adaptaciones, pero ha sabido a poco.

Como es habitual en el cine británico se ha cuidado su ambientación en interiores, ya que exteriores, sobre todo en escenarios urbanos hay poco, al no ser una obra de gran presupuesto. Se han esforzado en su atmósfera, en sacarle partido a la mansión y sus alrededores, pero al final se tiene la sensación de haberse quedado cortos.
Quizás tampoco haya mucho que comentar. Se trata de una película que para los fans de esta clase de género no les disgustará pero tampoco creo que signifique mucho.

La banda sonora original de Hugo de Chaire nos huele en varios momentos a plagio, ya que nos evoca al interesante trabajo cometido por Mica Levi para “Jackie”, sobre todo por el empleo de las cuerdas, aunque también está salpicada con muchos temas variados, tanto clásicos como de “jazz”, estando la selección más lograda.

El guión de Julian Fellowes es cojitranco. Por un lado se echa de menos más dosis de cinismo, como en la escena por ejemplo de la cena en la que los personajes, gracias a unos diálogos más punzantes, parecen adquirir más peso. También es verdad que nos libra de resolverlo todo en tres minutos tras un discurso del detective de turno, dejando a bolos al espectador. Pero el desarrollo de su “suspense” se va disipando, no llega a aburrir pero no interesa demasiado hasta su recta final, la resolución, que al menos tiene más mala leche de lo habitual y no es muy políticamente correcta.

El mayor atractivo está en su reparto. Max Irons, nieto de actores e hijo de Sinéad Cusak, actriz, y del también actor Jeremy Irons, aunque con un físico que podía más bien ser el hijo de Tom Berenger, es el protagonista, Charles Hayward, el investigador que pretende solucionar el misterio y acompañado en casi todo momento de Stefanie Martini como la millonaria Sophia de Haviland. Ambos jóvenes actores hacen una buena labor, pero inferior a la del elenco de secundarios, actores más experimentados, como la siempre injustamente minusvalorada Gillian Anderson, que está casi irreconocible, no ya por sus operaciones, si no por su sofisticado “look”, Julian Sands o la casi siempre majestuosa Glenn Close, la verdadera reina de la función. Terence Stamp, actor de gran trayectoria, aquí aparece como el Inspector Taverner, cumpliendo sin más, entre otras razones porque su personaje no daba mucho de sí.

Puede que para próximas adaptaciones que sigan una línea académica, los productores tengan en cuenta lo importante que es un buen guión, dirigido por un director que no sea simple y lineal, además de contar con un reparto de actores famosos con experiencia, es decir, la vieja fórmula que parecía que no daba más de sí y que podría generar sus frutos en taquilla. Creo que solamente así se podría seguir adaptando, con éxito, las novelas policíacas de Agatha Christie. Buscar otras vías improvisadas o conformándose con cumplir expediente podría significar el cierre definitivo de este género en el cine.
Maggie Smee
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