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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
1
Acción Jay Killion, el guardaespaldas del recientemente elegido presidente de los EEUU, debe proteger también la vida de la primera dama, una mujer problemática que es objeto de varios intentos de asesinato. (FILMAFFINITY)
1 de diciembre de 2012
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Cannon fue una productora independiente que realizó films de no muy alto presupuesto, aproximadamente a lo largo de un cuarto de siglo, y los productores Golan- Globus fueron sus más destacados promotores/ responsables. Hubo toda clase de proyectos, desde buen cine independiente a bazofias insufribles. Y “El guardaespaldas de la primera dama” pertenece a esta segunda clase, a ese cine de acción de “chichinabo” que ya en su día pecaba de cutre. Aunque rodada en Washington, no luce, y parece rodada en urbanizaciones periféricas de ciudades perdidas, con cuatro extras, tres motos, dos petardos y un coche. Incluso algunas de sus penosas secuencias de acción parecen rodadas en puentes oxidados y en desuso, además de desenvolverse con desidia y sin imaginación. Para colmo su fotografía recurre a una serie de filtros nebulósicos donde el color blanco a veces parece, si se ve en televisión, que falla el tubo de imagen, y ni siquiera conserva bien los demás tonos utilizados. Y hablando de tonos… mención a la banda sonora. Se utiliza constantemente un organillo ochentero que creo que ni el grupo Camela lo utilizó para grabar sus primeros temas, ya que carece de todo tipo de matices. Ni siquiera se le incorpora en alguna ocasión el ritmo de acompañamiento “bosanova” o “rock” que incluía el susodicho organillo. Nada. Constantemente notas van y vienen, resultando más bien una improvisación ejecutada por el vendedor del instrumento a modo de prueba y que quedó grabada. Pésimo guión con “personajes” de cartón. No entiendo cómo nadie de la presidencia protestó. La primera dama (Jill Ireland, esposa en la vida real de Bronson) encarna una dama que confunde lo que es carácter dominante con lo que podría ser una loca altanera y antojadiza, una mema perfecta a la que podían (o deberían) haber tiroteado a los cinco primeros minutos. De jefe de los guardaespaldas está Bronson, que parece más bien un párroco compasivo vestido de seglar, y su compañera de origen asiático, Jan Gan Boyd, va de geisha que ama en silencio a su compañero de trabajo y le acompaña en sus aburridas andanzas. Digno de Disney Channel. Eso sí, todos con un trabajo denunciable al departamento de peluquería. De los peores que he visto: no es que haya fallos de continuidad, que los hay, es que además se utiliza un estilismo tan hortera que solamente se utilizaba en los films porno de la época y en fotonovelas, ya que la moda pasó años antes. Horripilante.
Maggie Smee
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