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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
7
Drama. Comedia San Francisco, años 70. Minnie Goetze es una chica de 15 años que aspira a ser artista de cómics. Con una insaciable curiosidad por el mundo que le rodea, es una adolescente bastante típica; el problema es que se acuesta con el novio de su madre. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2015
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de un patito feo. No me refiero solo a la película en sí, que se centra en una adolescente en el punto de partida, la cual acaba de romper el cascarón y se siente perdida, fea e incomprendida. También es por su extraña carrera comercial al menos en España. Mientras hay películas que estrenan cientos de copias, la misma Sony, casi nada, decide estrenarla con nada más que media docena, de la manera más birriosa y casi de tapadillo, con escasa información y sobre todo sin promoción. Es un film independiente que distribuye Sony Classics, la sucursal de Sony que suele estrenar en USA la mayor parte del cine más célebre no hablado en inglés o bien producciones con interés cinematográfico creadas fuera del “mainstream”. Y es una pena, porque la película merecía correr mejor suerte comercial ya que se trata, al menos para mí, de una de las mejores de este año. No es una obra maestra, pero es un buen film arriesgado, honesto y con mucho encanto.
De entrada se ha dejado sin traducir su título, “The Diary of a Teenage Girl”, supongo con el fin de espantar cierto tipo de público que no se atrevería ni a intentar pronunciarla, los que, al traducirse, confundidos podrían entrar con sus hijas en familia como entrarían en "Días de vino y rosas” o “Pequeña Miss Sunshine”, porque el título es bonito y suena a cine comercial edulcorado. Nada más lejos de la realidad. Se ambienta en San Francisco, a mitad de la década de los setenta, en el ocaso de la estela hippie que impregnaba la ciudad y a parte de la cultura por aquel entonces vigente en el país, poco antes de una nueva era en la que irrumpiría la música disco, ente otros muchos cambios definitivos. Minnie convive con su madre, divorciada de su marido ahora con nueva pareja, y con su hermana pequeña, en un ambiente de relajada libertad. En su entorno no falta alcohol ni ningún tipo de drogas.
Su directora y también guionista, Marielle Heller, ha tenido el gran acierto de mirar todo esto con un punto de vista práctico, como si fuera el testimonio de una época, pero sin nunca emitir un juicio moral. No se enjuicia ni se adoctrina, tampoco hay apología de ello. Es un difícil equilibrio en el que pesa más el proceso de maduración, el paso personal de “de niña a mujer”, con interés por el sexo de forma desinhibida y la pasión por el mundo del cómic, al cual le gustaría dedicarse como dibujante, pero sin caer en arquetipos ni situaciones archiconocidas y que hubieran empobrecido su resultado.
Una vez más darles la enhorabuena a los profesionales más serios que hay por ahí por ese gran cásting, con unos actores y unas actrices, que no siendo conocidos o nada famositos, han apostado por todos, porque son estupendos, existiendo diferencia de edad pero ninguna a la hora de desenvolverse ante la cámara. Bel Powley es la protagonista absoluta en el papel de Minnie, demostrando, que a pesar de su juventud, tiene madera de la mejor actriz por ser versátil, sincera y con gran personalidad. Ya me gustaría, cosa bastante difícil, que tuvieran la honestidad de nominarla al Oscar por su notable trabajo, que pasará desapercibido para algunos, pero me alegro de que acabe de ser nominada a los Independent Spirit Awards.
Puede que en su parte negativa se note que es una adaptación literaria y que haya personajes, como el de la hermana de Minnie, que den la impresión de haberse quedarse algo colgados, sin tiempo a terminar de rematar, como que también que su estética a veces recuerde la corriente “in” de autores como Sofia Coppola, Spike Jonze o Charlie Kaufman. Pero Marielle Heller, al menos en esta ocasión, se revela como una autora mordaz, nada convencional y que sabe mirar con conocimiento lo que cuenta. Incluso ha cuidado detalle de ser fiel con la animación utilizada, que no tiene nada improvisada, y de saber utilizarla adecuadamente para ambientar “el viaje” según el tipo de droga que se tercia. Miedo me da ese sector reaccionario, al que antes aludíamos, cuando la vean, que serán los que emitirán los juicios más temerarios sin entrar en el análisis, si no que arremeterán contra ella por sus propios prejuicios. Es esa clase de público que tampoco espera al final de los créditos, y a los que les dedico el último plano (o dibujo) de los créditos finales. Por ejemplo, a la sesión que fui, en la que éramos cuatro gatos, nada más comenzar sus créditos finales, salía una pareja de quinceañeras, que comentaban en voz alta que no la habían entendido. A ellas también las incluyo en este mismo lote. Tampoco es apta para un público no formado mentalmente, aunque tengan la misma edad de la protagonista. Pero al fin y al cabo lo que importa es que el patito se acaba convirtiendo en un precioso cisne, y que en este caso, con el tiempo, se convertirá en un título más importante de lo que es ahora.
Maggie Smee
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