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Voto de Francisco Javier Millan:
6
Drama. Comedia Justino es un ex minero que sobrevivió a un trágico accidente laboral que costó la vida a siete compañeros suyos. Harto de la situación social y económica que vive el país, decide impulsivamente convertirse en un justiciero social. (FILMAFFINITY)
7 de noviembre de 2014
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso como el título de una película puede tener tantas lecturas. La mayor parte de los espectadores se quedarán con lo que ven en pantalla, un relato contundente donde un obrero de la minería decide dar un golpe en la mesa y decir basta. Pero otros, verán en el mismo una declaración de principios por parte de su director Ignacio Estaregui, y de todo su equipo.
Y es que hoy más que nunca en la débil producción aragonesa, un realizador necesitaba dar el grito y hacer “justicia” hacia un cine que merece mucho más apoyo y no tanto caminar en el desierto como viene ocurriendo durante décadas.
Al igual que sus personajes, el equipo de Estaregui son auténticos Quijotes en un mundo poco dado a la fantasía. Gente con la necesidad de tener que decir las cosas por su nombre, plantando cara a todos los que nos ponen obstáculos en el camino.
Políticos y empresarios corruptos campan a sus anchas en una realidad que supera en mil veces a la ficción. Un guión necesario para el presente, que no solamente tiene que hacer frente a todo estos tipos sin escrúpulos, sino que también nos hace reflexionar sobre la necesidad de movernos de nuestra zona de confort con el fin de provocar los cambios necesarios en la sociedad.
Y es que como dicen muchos analistas, no estamos ante una crisis cualquiera, sino más bien ante un cambio de época en la que personas como Justino y Ramón deberían estar mucho más presentes en la conciencia de todos y no solo como únicas metáforas.
La frase con la que arranca “me voy a reciclar” lo dice todo. Hace falta un lavado de cara de instituciones, personas y tendencias, para enderezar lo que otros muchos han destrozado.
Pero la empresa no es fácil, siempre nos asaltaran esos molinos cual gigantes, que harán un poco más escabroso el recorrido.
Justino vive un auténtico “viaje del anti-héroe”, acompañado de un inesperado escudero. Dos tipos cuyos destinos se cruzan y cuyas vidas caminaran en una peculiar “road-movie” sembrando el terror entre los corruptos, mientras provocan la admiración en el pueblo.
La película se beneficia de una pareja protagonista con una química excepcional, dos actores con mirada melancólica que se dejan querer por su corazón y por su bondad.
De manera imprevista (y muy triste) Álex Angulo nos abandonó el pasado verano, dejando una impronta en toda una generación. La cinta de Estaregui viene a ser un compendio de toda su obra, un resumen de toda una carrera en muchas ocasiones discreta, pero con una huella diferente a la que dejan los reconocimientos o los premios laureados. No sería de extrañar que su interpretación se colase en la categoría de protagonista en los próximos Goya. La Academia estaría muy ciega si no le otorgan al menos una nominación.
Por otro lado Hovik Keuchkerian se logra posicionar y dar un soplo de aire fresco, a un cine, como el español, que parece recurrir una y otra vez a los mismos nombres en los créditos principales.
El resto del elenco está algo desdibujado, se echa en falta una mejor subtrama en lo referente al trabajo policial, a la historia le hubiera venido muy bien una presencia como la que encarnaba Harvey Keitel en “Thelma & Louise”.
Y aunque las vidas familiares de ambos protagonistas solo se intuyen, son aspectos que no empañan demasiado, un conjunto orquestado por uno de los pocos directores en Aragón, que tiene algo interesante que contar. Sin duda habrá que seguirle la pista en próximas incursiones.
Francisco Javier Millan
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