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Voto de Francisco Javier Millan:
8
Thriller. Cine negro Víctor es un atracador profesional que se introduce en una peligrosa banda de delincuentes del Este. Un grupo cerrado que, ante la muerte de uno de los suyos, se ve obligado a reclutar a un nuevo miembro para robar un banco. El trabajo de Víctor: perforar la cámara acorazada. (FILMAFFINITY)
8 de mayo de 2017
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se da la casualidad que el año pasado, por estas mismas fechas, se estrenaba “Cien años de perdón”, con una base, a priori, similar a esta cinta de Iñaki Dorronsoro. Curiosamente también comparte cartel con “Un golpe con estilo”, en la que tres pensionistas deciden robar el banco de su barrio.

A pesar de tener todo en su contra, con el peligro evidente de repetición, esta película protagonizada por Alain Hernández resulta mucho más satisfactoria que sus predecesoras. El guion tiene la habilidad de empezar de una manera, continuar de otra, y acabar en un clímax lo suficientemente vibrante como para satisfacer a cualquier espectador exigente. Parte del éxito precisamente se lo debemos a su actor principal, Alain Hernández, al que ya pudimos ver en “El rey tuerto” y en la soporífera “Palmeras en la nieve”. Su principal atractivo reside en la excelente dinámica que traza su personaje con los secundarios, especialmente con Javier Gutiérrez y Alba Galocha. Con el primero, hay una magnífica camaradería que dará lugar a grandes momentos, y, con la segunda, encontraremos algunas de las líneas de diálogo más brillantes.

Estoy de acuerdo de que está llena de clichés, pero aquí, lo más importante, es cómo te los cuentan. Dorronsoro filma con fuerza las escenas, logra que les cojas cariño a todos ellos y, salvo por alguna que otra bajada de guardia en mitad del metraje, consigue remontar el vuelo en los momentos en los que la historia exige ser trepidante.

Siempre he dicho que las películas de robos y cárceles tienen algo que atrapa, y ésta, alejándose por completo de las connotaciones políticas de “Cien años de perdón”, mantiene su originalidad gracias a su mirada directa a este género “chispeante”; y, aunque las motivaciones del protagonista resulten bastante inverosímiles en el tercer acto, se terminan perdonando gracias a la absoluta empatía del conjunto. Una película que levanta un poco el ánimo en este periodo de hastío primaveral.
Francisco Javier Millan
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