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Voto de Francisco Javier Millan:
3
Terror Cuando una joven monja se suicida en una abadía de clausura en Rumanía, un sacerdote experto en posesiones demoniacas y una novicia a punto de tomar sus votos, son enviados por el Vaticano para investigar. Juntos descubren el profano secreto de la orden. Arriesgando no solo sus propias vidas sino su fe y hasta sus almas, se enfrentan a una fuerza maléfica en forma de monja demoníaca, en una abadía que se convierte en un campo de batalla ... [+]
10 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente el terror sea uno de los géneros más egoístas del ámbito cinematográfico. Desde siempre el éxito de una película ha propiciado la llegada de numerosas secuelas, derivaciones y remakes, agobiando al espectador, no por sus atributos, sino por el hartazgo de sus sucesivas propuestas. Ejemplos los podemos encontrar en “Saw”, “Aulllidos”, “Pesadilla en Elm Street” e, incluso, en clásicos que deberían ser intocables como “Psicosis”.
Ahora nos llega un nuevo capítulo del universo cinematográfico de “The Conjuring”, más conocido en España con el apelativo de “Expediente Warren”. Si en las cintas originales James Wan realizaba un ejercicio de estilo derivado del cine de los 70, por el contrario sus spin-off discurren por la senda de lo previsible y lo poco imaginativo.
Esta película, protagonizada por un demonio en forma de monja, resulta ser un coctelera donde hay cabida para todo: desde cruzados, reliquias mesiánicas, conventos malditos, posesiones y un largo etcétera. La historia apenas aprovecha las virtudes de su arranque, y se limita a la acumulación de situaciones más propias de una atracción de terror de un parque temático de una ciudad de provincias.
El “casi” debutante Corin Hardy es incapaz de dotar al relato de la inquietud que necesita. Desaprovecha por completo las posibilidades del entorno y su localización principal, y se olvida demasiado rápido de las supuestas habitantes del lugar.
Hay una sensación continua de producto de saldo, escrito y realizado con prisas. Centrarse exclusivamente en las apariciones de la susodicha monja para dar miedo demuestra una absoluta inexperiencia en el género.
Ya no hay esperanza en el terror. Y si no vean las próximas cintas que llegaran auspicias con olor a multitudes en el nuevo Festival de Sitges de este año. Mucho humo y demasiadas voces favorables minoritarias que lo único que corroboran es la falta de talento de sus creadores. Si pienso en una película de estas características que me haya dejado huella tendré que retroceder, al menos, tres décadas. Casi nada.
Francisco Javier Millan
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