Station 19 gira en torno a las peripecias de una estación de bomberos de Seattle. Un ambiente apto para todo tipo de aventuras, riesgos y emociones que un guión desprolijo no sabe capitalizar.

Las situaciones no parecen auténticas un poco porque la trama discurre entre tibios conflictos interpersonales y furtivas salidas de rescate que se transitan livianamente casi sin tensiones y por supuesto sin emociones.

Por lo demás recicla, refrita y repite elementos de las series del mismo estilo pero lo hace con una liviandad tan manifiesta que los arriesgados bomberos parecen un grupo de aburridos empleaos de biblioteca.

Sin chispa que encienda la emoción cualquier situación se convierte en una invitación al sopor y el letargo.

Es tan mala y aburrida que merece estar en la grilla de Netflix.