Puede que sea una película absolutamente repleta de tópicos que hemos visto en cualquier otra del género (o géneros) que toca, pero eso no quita para que uno pueda disfrutar de un relato muy bien llevado por Phil Joanou con un Dwayne Johnson en uno de sus mejores papeles. Incluso a alguien que no le interesa el rugby lo más mínimo es capaz de gozar con una película que se aleja bastante de la lágrima fácil aunque sí que es verdad que cae en el discurso lleno de orgullo más típico.

Y es que no es una película que vaya de rugby ni mucho menos. Quiero decir, lo del rugby es anecdótico y contextual. La misma película con baloncesto hubiera funcionado igual. Lo que llega es el mensaje, incluso sabiéndolo desde el principio. No es que necesites que la película te mande un potente mensaje, simplemente conoces la moraleja desde el minuto uno pero te sigue gustando igual.

Emotiva, pero en un sentido diferente. Entiendo que algunos la vean demasiado estereotipada, pero yo me dejé llevar por ella.