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Voto de Cinemagavia:
6
Drama Una cantante de ópera mundialmente conocida es secuestrada como rehén, junto a otras personas, cuando un rico empresario japonés la invita a actuar para él en Sudamérica. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Punto de partida

Una plácida velada. Distinguidos invitados. Voz aterciopelada que a todos arropa. ¡Pam! Alguien irrumpe sin educación ni decoro. Poco ha durado la buena armonía. A partir de entonces, miradas, hechos, palabras y un camino que han de recorrer todos juntos. Con esta premisa, Paul Weitz, acostumbrado a manejarse en aguas más livianas, repletas de carcajadas y brocha gorda, se sumerge en Bel Canto en las profundidades del drama, frío pero permeable.

El secuestro

Un secuestro siempre enfrenta bandos (o los crea). Se establece una fina línea que separa a los que mandan de los que se visten de cordero para salvar el pellejo. Y está bien definir partes si queremos esquematizar las situaciones. Si acaso establecer un primer esbozo de quienes y por qué. Más allá de eso, cada elemento que conforma cada parte, cada trinchera, es movido por distintos motivos, siente diferente, ha vivido una vida única que lo ha traído hasta aquí. ¿Reflexionamos sobre como pensamos, como actuamos? ¿Quien es el de enfrente y que demonios le ronda la quijotera? Es en esta circunstancia donde Paul Weitz, Julianne Moore (El Gran Lebowski), Ken Watanabe y Christopher Lambert (Los Inmortales), entre otros, ahondan, exploran, buscan respuestas (o plantean preguntas) a cuestiones que quizá no pongamos sobre la mesa demasiado a menudo, pese a su ubicuidad, a su continua compañía.

Viraje hacía la fraternidad

Desafortunadamente, la profundidad, y sobre todo el desarrollo de ese bien intencionado proceso de cambio, de introspección y empatía, se ve lastrado en esta historia por las muy endebles razones que esgrimen Weitz, Anthony Weintraub y Ann Patchett (autora del libro en que se basa) para virar en ese sentido más existencialista, positivo y bonachón. A su favor cuenta, al menos en su parte inicial, con poner etiquetas generalistas entre buenos y malos, a no tomar parte y dejar que sean los hechos los que definan el devenir de la historia. Para poco después traicionar esa decisión y crear artificialmente (pues no sucede nada que lo justifique) un viraje de todos los personajes hacia la fraternidad, el amor y la camaradería. Por poco no sacan las piruletas y se ponen a saltar a la comba. Por demasiado poco.

Interpretaciones solventes y excesivo buenismo

Diseño de producción, fotografía, interpretaciones solventes (Tenoch Huerta, de Narcos: México especialmente), cierto buen gusto por la composición de los planos, la ligereza con la que Weitz logra deslizarnos por la historia. Todas ellas bondades que elevan el valor de Bel Canto, pero no más allá de lo destacable, de lo notable.

Querer deconstruir lo que prácticamente damos por sentado siempre ha de ser positivo. Aparentemente nos separan muchas cosas: los idiomas, las culturas, los pasados, los pesares. El punto de partida es noble, interesante, con zumo por exprimir si se encuentra en las manos adecuadas. No lo son en este caso. El buenismo porque si campa demasiados minutos a sus anchas, hasta casi llegar al paroxismo y la parodia involuntaria. Un lástima.

Conclusión

Bienintencionada en la propuesta, fallida en el desarrollo y sus puntos de inflexión sin apenas explicación. Luce bien, te envuelve por momentos, pero no consigue ahondar con tino en lo que quiere explicar.

Escrito por Álvaro Valdés Fernández
https://cinemagavia.es/bel-canto-pelicula-critica/
Cinemagavia
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