Baghead. Idea y ejecución

A pesar de que cualquiera quiere producir un buen guion, no todos los buenos guiones acaban siendo buenas obras. La elección de los elementos y, posteriormente, la forma en que encajen será pieza fundamental de su resultado.

Bajo mi punto de vista, el cortometraje como género tiene algo muy positivo: ninguno te da más información de la que necesitas. Su breve duración le obliga a llegar a donde quiere lo más rápido posible. Y eso los hace un producto de consumo muy liviano. Sin embargo, no es fácil encontrar la mejor forma de conseguir esto. Como tampoco es sencillo hacer algo que no se haya hecho ya. Lo que lleva los creadores a exprimirse al máximo para obtener un resultado sobresaliente, aprovechando todo lo que está a su alcance.

Lo mejor de cada casa

En Baghead no se hace nada nuevo. Pero la idea inicial es ejecutada con suma inteligencia. La historia es introducida con la paciencia que su duración le permite. Mientras avanza en la trama, introduce típicos elementos del cine de terror. Consigue así una atmósfera cargada de tensión (gracias a la premiada banda sonora, a la fotografía y a toda la parafernalia común) que provoca en el espectador una sensación propia de las obras de este género. El acto va in crescendo hasta que el protagonista, al fin, está en presencia de la bruja. Llega el culmen.

Y es aquí donde, de golpe, se rompe todo el marco creado. Del drama se pasa a la comedia en un genial giro de guion. El espectador, que aguarda al terror, no espera que el golpe lo aseste esta otra. Y, sin piedad, la carcajada se apodera del público. A pesar de que la escena no deja de ser dramática, ya no hay vuelta atrás. El diálogo entre la bruja y el protagonista es sencillamente brillante. La comedia tiene una alta complejidad y la capacidad de Baghead para mantenerse al mismo nivel durante todo el segundo acto es más que notable.

Conclusión

Baghead es fácilmente divisible en dos actos. Uno para el drama y otro para la comedia. La diferencia es que el primero tiene un único objetivo: acentuar el segundo. Y sí, lo consigue. El sabor de boca que te dejan los ágiles quince minutos de este cortometraje es de puro humor.

Además, es una masterclass de como elegir con gran juicio sus elementos. Un buen guion y una gran dirección son los pilares fundamentales de este cortometraje que se ha erigido como un ejemplo de aprovechar al cien por cien lo que se tiene. Una ejecución sobresaliente que, sin duda, ha gustado al gran público.

Escrito por Rafa F. Velázquez
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