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Voto de Adrián Cantor:
8
Drama Emad y Rana deben dejar su piso en el centro de Teherán a causa de los trabajos que se están efectuando y que amenazan el edificio. Se instalan en otro lugar, pero un incidente relacionado con el anterior inquilino cambiará dramáticamente la vida de la joven pareja. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2017
110 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1949 se estrena por primera vez "Muerte de un viajante", obra que otorga a Arthur Miller un éxito internacional inmediato. Su crítica del útópico sueño americano y la presentación del núcleo familiar como ente desestructurado situaron a este trabajo en el olimpo de la atemporalidad. El director iraní Asghar Farhadi ha sido el último en unirse al rol de artistas que han bebido de la influencia de Miller para la creación de sus obras. "The Salesman" utiliza el libreto del dramaturgo tanto de manera explícita, mediante la representación meta-cinematográfica de la obra, como implícita, proporcionando a su filme un tratamiento descriptivo, simbólico de la tragedia de un hombre corriente en una sociedad machista sin principios. Aquí Farhadi establece una separación cultural-sexual muy acertada para dejar a la mujer como el elemento razonable dentro de una sociedad brutalizada y arraigada en un patriarcado moderno pero inquebrantable.

Una joven pareja se ve obligada a evacuar su edificio a causa de un inminente derrumbe. Tras escuchar las excusas y el desentendimiento de su casero que no quiere oír hablar de ninguna responsabilidad en el incidente, Emad y Rana se mudan a otra construcción gracias al favor de un conocido que tenía un apartamento en alquiler. El protagonista que ya empieza a adoptar las maneras procedimentales de su alter ego: Willy, opina que una sonrisa puede abrir muchas puertas y, en este caso, su amabilidad con la gente ha dado los resultados deseados obteniendo el “enchufe” para entrar en su nuevo piso. Pero aquí entra en juego lo irónico de la situación descrita por Miller y adaptada por Farhadi, cuando creemos estar saliendo beneficiados por una transacción amistosa, lo más probable es que la otra persona piense lo mismo. Detrás de una sonrisa se ocultan mil miserias. Y llega el trágico suceso desencadenante de toda la trama. Rana escucha sonar el telefonillo antes de darse una ducha y presumiendo que es su marido quien llama (como posiblemente hayamos hecho todos alguna vez) aprieta el botón de abrir sin preguntar, e instintivamente deja la puerta de acceso a la casa entornada para poder seguir con su aseo personal. Instantes después llegaría Emad encontrándose un reguero de sangre en el suelo y la casa vacía; su mujer ha sido atacada y trasladada al hospital con una contusión en la cabeza. Desde ese momento, el protagonista dedicará todo su tiempo a buscar una venganza con la que salvar el honor de su familia o, al menos, eso piensa él.

El daño ya está hecho. El hombre se muestra reacio a indagar en los detalles de la agresión, pues teme encontrar una respuesta que lo suma en un profundo estado de humillación. Su mujer muestra síntomas claros de haber sufrido abusos sexuales, sin embargo, el marido prefiere quitar importancia al asunto y dejar que la pobre Rana pase por la traumática experiencia sólo con su ayuda y el silencio al miedo de qué dirán. Cada vez más alienado por su personaje, la vida mental de Emad y su conducta se rigen por la máxima de alimentar la representación de su familia con una normalidad inaguantable. Recurre para ello a ilusiones y deseos de venganza que, de tanto repetirse, construyen la narrativa de su nueva vida. El comportamiento de los hombres en la película es hereditario de la brutalidad machista hegemónica de su país, seres rencorosos y egoístas que piensan que con la destrucción y la humillación retributiva serán felices; cuando el verdadero motivo de su infelicidad reside en su comportamiento como falla a su estilo de vida ejemplar (en el caso del personaje principal, de docente de un colegio y actor de teatro) y en su incapacidad para olvidar. La mujer, por el contrario, aunque es quien más sufre mentalmente, es piadosa y humilde. Conoce bien que su felicidad no pasa por arruinar la vida de nadie y, en su vergüenza y padecimiento, será la única que pueda poner límite a los accesos violentos masculinos. The Salesman resulta un trabajo demoledor y muy bien dirigido que expone un problema clásico y perenne en la sociedad contemporánea.
Adrián Cantor
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