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Voto de Adrián Cantor:
8
Drama Val es una asistenta interna que se toma su trabajo muy en serio. Sirve a un adinerado matrimonio de São Paulo día y noche, y cuida a su hijo adolescente, al que ha criado desde su infancia y con el que tiene una relación muy especial. El orden de este hogar parece inquebrantable, hasta que un día llega desde su ciudad de origen la inteligente y ambiciosa hija de Val, Jessica, a la que había dejado al cuidado de unos familiares en el ... [+]
23 de marzo de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una economía de mercado la gran mayoría de trabajadores depende de un salario que se incorpora como recurso para una subsistencia y la de la familia. Se está en presencia de una multitud de personas, hombres y mujeres, que en el devenir histórico han perdido su existencia objetiva en el proceso de creación de clase social donde se genera identidad económica otorgada por el valor de sacrificio en la construcción de cultura.
Esa construcción de cultura debe tener un soporte y solo existe mientras ese soporte es permeado por sentimientos de amor, pero ¿qué sucede cuando el soporte se ve truncado por la inexistencia del material tangible que genera ese amor, el no criarlo y de la carencia de compartir en físico? La ropa, el alimento, los vestidos adquieren un valor innecesario agotando las personas en la dinámica del siempre producir.
El valor de cambio en el trabajo de Vel pierde importancia ante el tedio y el sufrimiento de la lejanía de su hija, no criarla mientras llena de amor, amistad y buena educación a un hijo ajeno pero propio por la crianza y su destino laboral, generar desazón y hacen el espíritu de ella incompleto.
Es así como ese poseer propiedad se convierte en poseer características infundadas en el amor y el respeto limitados por lo que vería Marx; “la sociedad en su conjunto se está dividiendo más y más en dos grandes campos hostiles, en dos grandes clases que enfrentan directamente una con la otra: la burguesía y el proletariado” puesto que “en la medida que millones de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que les distinguen por su modo de vivir, por sus interés y por su cultura de otra clase, aquellas forman una clase”
Estas dos clases que se enfrentan carecen de la concepción clásica del bien y el mal del cine, es decir, no hay maldad, simplemente se originan unas relaciones producto de su propia construcción social, construcción cultural, ni el que tiene los recursos económicos, ni Vel como empleada son personas malas, pero si funcionan bajo lógicas diferentes que desde el espectador genera el deseo de apoyar y estar con la empleada que sacrifica su vida y la de sus seres queridos por la de su hija que no ve en diez años y por su hijo ajeno que ha criado a costa de un pago de su madre biológica en uno de los países más desiguales del mundo, Brasil.
En este contexto de lucha de clases y enfrentamientos económicos, se desarrolla un empoderamiento de genero, “Brasil a cambiado” y ese cambio comienza por una restructuración mental evidente en la forma de concebir el mando y la autoridad entre la madre y la hija en relación a un patrón. Jesica hija de Vel, rechaza la condición que le quieren imponer de sirvienta o “menos persona” para generar una revolución en su madre.
La condición intelectual de Jesica, ante Vel, que no parece haber tenido esa oportunidad de indagar en libros es emancipadora y lleva a un análisis exhaustivo de cómo se originan esas dinámicas de producir, que terminan en una formación cultural que reafirma la generación de clases.
Está opresión laboral se transfigura cuando no hay un factor más poderoso que el material o la producción que lo controle, cuando no hay una persona que motive y llene de amor nuestras vidas, no hay más remedio que renunciar a la esclavitud para recomponer un camino perdido de años de usencia maternal causadas por el destino y la impotencia de lo material.
Adrián Cantor
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