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Voto de cassavetes:
4
5,6
6.129
Terror
Melvin, el limpiador de un gimnasio de la pequeña localidad de Tromaville, cae en una cuba radioactiva cuando huye de una pandilla de jóvenes. Las radiaciones le convertirán en un monstruoso mutante con superpoderes, los cuales usará para liberar del mal a la ciudad... (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2019
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Hay varios, habría muchos, bastantes posibles títulos para la crítica de esta película, El vengador tóxico, de este maravilloso despropósito, de este delirante disparate, un dislate sin pies ni cabeza ni forma al servicio de aquellos entrañables efectos Troma que inundaron de horror y risas un tipo de películas ya cutres en la década de los ochenta.
Hablar de sensatez cinematográfica (subproducto de video le llamaría Pumares) en El vengador tóxico sería como pretender que todo el cine consiste en un “abc” (claro que existe la letra Z). A veces con cuatro duros surge Cassavetes y a veces con cuatro duros nace un superhéroe. Todo tiene su lugar y sus motivos y el de Lloyd Kaufman, el alma mater de la productora de Troma junto a Michael Herz, ambos co-directores de la película, era el de hacer eso y de esa manera. Que jóvenes universitarios, dotados de una lata de cerveza y en una mano y el mando a distancia del video en la otra pudieran rebobinar las que consideraran memorables escenas de estas películas, y pasaran una vez al mes espachurrados en un sofá las más entretenidas veladas de sábado noche lejos de una discoteca.
Por eso hay que (ad)mirar de vez en cuando (¿películas?, ¿historias?… o) desmadres como éste, que inspiraran a tantos aprendices de cineastas en sus años mozos (me imagino a Amenábar, vg) y que acompañaron en la vigilia como cinéfilos a tantos y tantos imberbes aficionados a lo cutre-pulp que se iniciaron viendo cine con el VHS de las cintas de video.
Y Deadpool no existiría.
Hablar de sensatez cinematográfica (subproducto de video le llamaría Pumares) en El vengador tóxico sería como pretender que todo el cine consiste en un “abc” (claro que existe la letra Z). A veces con cuatro duros surge Cassavetes y a veces con cuatro duros nace un superhéroe. Todo tiene su lugar y sus motivos y el de Lloyd Kaufman, el alma mater de la productora de Troma junto a Michael Herz, ambos co-directores de la película, era el de hacer eso y de esa manera. Que jóvenes universitarios, dotados de una lata de cerveza y en una mano y el mando a distancia del video en la otra pudieran rebobinar las que consideraran memorables escenas de estas películas, y pasaran una vez al mes espachurrados en un sofá las más entretenidas veladas de sábado noche lejos de una discoteca.
Por eso hay que (ad)mirar de vez en cuando (¿películas?, ¿historias?… o) desmadres como éste, que inspiraran a tantos aprendices de cineastas en sus años mozos (me imagino a Amenábar, vg) y que acompañaron en la vigilia como cinéfilos a tantos y tantos imberbes aficionados a lo cutre-pulp que se iniciaron viendo cine con el VHS de las cintas de video.
Y Deadpool no existiría.