La película comienza con casi la misma música herrmanniana que Richard Band compuso para la cinta original, pero aquí algo huele ya a menor presupuesto (hemos dejado de lado ya una orchestra entera y suena un poco ya a teclado electrónico). ¿Qué significa eso? Menos presupuesto (raro parece) que en la película anterior pero solo se nota en la música y en el guión.

Combs se convierte en ese médico que todos querríamos tener (para nuestros peores enemigos, claro) y Abbott es un buen contrapunto. Los efectos son buenos y sobretodo lucen de una forma bestial en la parte final de la película y la verdad que si bien la película acaba dejando con ganas de más, también acaba dejando con ganas de algo mejor.

Solo apta para amantes del género, pero si lo son no se la pierdan.