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España España · Córdoba
Voto de Ziryab:
6
Drama Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
31 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Caballero sin espada” cuenta el periplo de un hombre íntegro que llega a la política creyendo que ésta consiste en servir honestamente al pueblo y descubre que en realidad consta de un entramado de redes al servicio de los intereses de las grandes fortunas, las cuales se amasan precisamente tejiendo esas redes en una especie de círculo vicioso donde, por supuesto, el control de los medios de comunicación y de la opinión pública es pieza clave. Por muy actual que parezca este discurso, la película es de los años treinta... Da qué pensar.
El caso es que las intenciones de la película son muy buenas; y su discurso ciertamente también, aunque populista y maniqueo hasta decir basta. Que las cosas que cuenta la película sean en gran medida ciertas no quiere decir que lo sean de la forma absoluta en que nos las quiere hacer creer. Yo, al menos, no lo creo. Su discurso es demasiado fácil, demasiado plano, demasiado carente de matices..., y eso hace que esta película esté muy bien como entretenimiento para la hora de la siesta, pero, seriamente considerada, no pasa de ahí (por cierto que Costa-Gavras, más dramático, más profundo, también cuajaba un discurso sin matices en su aclamada “Z”... ¿Acaso esto del simplismo discursivo es connatural a la naturaleza del Cine? Conozco la respuesta. Y sé que es no).
En otro orden de cosas está el desarrollo del periplo de Smith en sí mismo –el guión, vamos– y la manera de resolverlo, que se ve venir desde el principio porque se da por hecho que la película no puede acabar mal y, a nada que se piense un poco, se deduce que no puede haber otra solución que la solución que acaba habiendo.
En resumen, una película entretenida y pretendidamente pensante, pero para pensantes sin mucha profundidad.
Me quedo con su bienintencionado buenismo y con el descubrimiento de Jean Arthur, a quien no conocía y que merecía haber recibido de la historia del Cine algún papel carismático que la hubiera hecho más conocida para el gran público (he leído por algún lado que estuvo a un tris de ser Escarlata O'Hara).
Ziryab
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