Los que no nos avergonzamos de ser españoles tenemos algunos personajes con los que hemos disfrutado desde siempre. Desde “El guerrero del Antifaz” a “Roberto Alcázar y Pedrín” pasando obviamente por “El Coyote” con el que José Mallorquín devolvía el agravio a los norteamericanos por “El Zorro”.

Por lo que cuando el proyecto se pensó en llevar a cine me alegré enormemente. Sabiendo que además Mario Camus iba a ser el director, un experto en ambientes rurales (“Los santos inocentes”) y bandoleriles (“Curro Jiménez”) la cosa tenía buena pinta.

El resultado no fue desde luego el esperado pero revisionándola de nuevo me parece una exageración la calificación y críticas que veo tan negativas a este producto. Por favor “La vuelta de El Coyote” no es Chiquito de la Calzada. No la machaquemos porque sí.

Tiene algunas cosas muy meritorias como una fidelidad narrativa con los hechos literarios que se agradece y una forma de rodar alejada de la cámara frenopática que tanto gusta a los directores actuales y mucho más en una película de género aventurero como esta. Pero lo mejor sin duda son los decorados y escenarios del Oscarizado Gil Parrondo que hace un trabajo extraordinario y que nos ofrece un envoltorio de una calidad impropia de la mayoría de películas del cine español.

Además afortunadamente los que hacen de norteamericanos son realmente anglosajones y además Coronado le viene el papel como anillo al dedo.

Aún así suspende por no saber encontrar un verdadero sentido a la historia y por recurrir una y mil veces a diálogos o muy embarullados o muy planos. Si a eso le sumas algunos secundarios bastante deplorables como Mar Flores o Ana Duato, hace que prefieras ver “El Bar Coyote” en vez de esto.

Oportunidad perdida sin duda de concebir un buen personaje de las novelas populares del oeste made in Spain pero que al mismo tiempo tiene más nervio que una inmensa mayoría de esas estúpidas películas norteamericanas de hoy en día.