En contra de lo que algunos creen, el mundo cultural hispánico goza de gran cantidad de ideas. Basta tomarte un café en el bar de abajo o darte una vuelta por cualquier Facultad, para comprobar que nuestros a ciudadanos les bullen los propósitos y el entusiasmo. Pero como dice el refrán del dicho al hecho va un trecho y este es el país del pude, del casi, del tengo tiempo.

El caso es que la idea del director Manuel Carballo no es del todo mala en “El último justo”. Estoy seguro que cualquier productora, no sólo española o mexicana se hubieran interesado al leer el argumento. Pero... ¿luego qué pasa? Pues lo de siempre, que son capaces de convertir en un pastiche cualquier pensamiento brillante. Por eso admiro a los norteamericanos, tienen menos ideas ingeniosas de lo que creemos, pero sin embargo cuando lo desarrollan y plasman el resultado es mejor que el feto. En cambio nosotros parimos un nonato.

No creo que el problema sea falta de inspiración o constancia, sino más bien un mero ejercicio de estilo, y una carencia de formación intelectual entre nuestros artistas apabullante. Igual que existen cursos de reciclaje para albañiles, funcionarios o maestros, creo que los cineastas españoles deberían de hacer un par de ellos, y a nadie le importará mucho que estemos un año sin cine español, así cuando volváis será para hacerlo con fuerza. Ahora no se os echa de menos.

Nota: 4,3