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Voto de irian hallstatt:
9
Drama. Comedia Patrick Braden es un joven encantador, pero más duro de lo que aparenta. Abandonado al nacer en un pequeño pueblo irlandés, es consciente desde el principio de que es diferente a los demás. Patrick sobrevive en un ambiente hostil gracias no sólo a su ingenio y a su encanto, sino también a que no está dispuesto a que nada ni nadie lo cambie. Le pasarán mil y una peripecias, algunas surrealistas, otras divertidas e incluso conmovedoras, ... [+]
14 de julio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neil Jordan es de esos directores a los que nunca nombro entre mis favoritos porque suelo olvidar que tenga tantas películas que me hayan causado impresión: “Michael Collins”, “Entrevista con el Vampiro”, “En Compañía de Lobos”, o esta: “Desayuno en Plutón”.
Hace unos meses, cuando caí en la cuenta de lo interesante que me habían resultado los pocos de sus films que había visto, me hice con otra remesa, y aunque “Contracorriente” y “Juego de Lágrimas” se me atragantasen (“Juego de Lágrimas” tiene empuje en su primera mitad), “Desayuno en Plutón” fue la que me encantó.
Una especie de cuento de hadas (a lo Jeunet), muy glam, ambientado durante el conflicto irlandés en los 70, y tratando el tema de la homosexualidad, entre otros.
“Desayuno en Plutón” tiene un tono descarado y frívolo, vivaz, recordando a Jeunet como señalé arriba, y a su “Amelie”, pero con algo crucial para engancharme: que ese mundo festoneado y vivaracho, “alegre”, se manifiesta desde el principio como una expresión de dolor latente; la carcajada histérica y aciaga de quien ya se toma a broma su infortunio. La lucha colosal de la imaginación de Patrick por hacer frente a la realidad, el usar ese poder fabulador como arma y como instrumento eficaz para ir encontrando respuestas a su situación, que no es más que un poso de amargura y resentimiento oculto bajo una máscara de gozo; esa lucha, repito, es la que da tremenda fuerza a esta película, donde todas las interpretaciones van a juego con el nervio desplegado por la historia, los personajes, la técnica... Una película que es un alarde de ingeniería narrativa, que introduce múltiples secuencias y personajes secundarios y adicionales, todos magistrales, que van edificando un portento de inspiración sin una fisura por donde reprochar nada a Jordan. Tratar a la vez, ensamblar, la historia de un “huérfano” homosexual y extravagante en busca de una añorada figura materna, con un relato crudo del conflicto irlandés, con tantos y tantos personajes torcidos, sin caer en el mal gusto ni la falta de tacto, es un mérito de los más notables del director. Es ese magistral telar narrativo, con el descomunal trabajo de penetración psicológica de los personajes, más el cariño mostrado hacia ellos, lo que hace que este director puede prender fuego (o brillantina) a sus relatos, y recargarlos tanto como desee, sin perder el norte.
irian hallstatt
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