Media votos
5,5
Votos
1.017
Críticas
3
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Gnafron:
6
6,8
17.185
Comedia. Drama
Max, el propietario de un restaurante de éxito, y Véro, su ecologista mujer, invitan, como todos los años, a un grupo de amigos a su bella casa de la playa para celebrar el comienzo de las vacaciones. Pero este año, justo cuando iban a abandonar París, un amigo común, el carismático Ludo, sufre un gravísimo accidente. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2010
122 de 156 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guillaume Canet es grande. Guillaume Canet es el realizador francés más inteligente de su generación. Por eso, como al primero de la clase, a Guillaume Canet se le debe exigir más.
En "Les Petits Mouchoirs" se limita a dar pinceladas de su arte : planos interesantes, conversaciones intimistas, mezcla de un "savoir-faire" muy francés.
La película podía haberse convertido en una referencia generacional, pero Guillaume debió sentir miedo e introdujo suficientes errores para hacer una simple película : divertida por momentos, sobrecogedora, entramos en el grupo de amigos, no desde fuera, si no como parte íntegra del grupo. A todos nos gustaría estar ahí, reir y ser cómplices con Marion Cotillard, fumarse un cigarrillo a escondidas con François Cluzet a quien Guillaume Canet sublima en todas sus películas. Lo que le convierte en una simple película son las convenciones : desde el principio empîeza con una puesta en escena muy convencional.
En "Les Petits Mouchoirs" se limita a dar pinceladas de su arte : planos interesantes, conversaciones intimistas, mezcla de un "savoir-faire" muy francés.
La película podía haberse convertido en una referencia generacional, pero Guillaume debió sentir miedo e introdujo suficientes errores para hacer una simple película : divertida por momentos, sobrecogedora, entramos en el grupo de amigos, no desde fuera, si no como parte íntegra del grupo. A todos nos gustaría estar ahí, reir y ser cómplices con Marion Cotillard, fumarse un cigarrillo a escondidas con François Cluzet a quien Guillaume Canet sublima en todas sus películas. Lo que le convierte en una simple película son las convenciones : desde el principio empîeza con una puesta en escena muy convencional.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Demasiado. Tan convencional, que a parte por el ruido nadie salta en su butaca de la sorpresa en la escena del accidente que nos viene comidita durante los casi cinco minutos iniciales.
Durante toda la cinta, Guillaume Canet nos indica cuando reir, cuando sonreir, cuando llorar, nos lleva a donde él quiere sin que podamos dejarnos llevar por la imaginación. Nos cuenta una historia de forma muy convencional.
Luego, tiñe la trama de tintes moralizadores que poca cabida tienen en una película de este género. Porque los franceses han inventado este nuevo género de cine : el del grupo de amigos treintañeros depresivos y con problemas de adaptación a una sociedad con la que pelean para alejarse de sus convenciones y moral, que se juntan para sentirse menos solos pero conservando las raíces egoistas que les han llevado a lo que son. Así, individualmente, cada personaje se lleva su parte de lección moral en una resolución de sus traumas personales plegado de convenciones : sé tú mismo, confía en ti, el trabajo no lo es todo en la vida, acepta a los demás como son, abandona la adolescencia y conviértete por fin en mujer, toma tus responsabilidades si quieres ser algo en la vida...
Y al final, el grupo se lleva una lección de moral que no pega con los 90 minutos que acabamos de vivir. Los quince minutos de lloriqueo y moqueo no nos gustan, Guillaume. Podías haberte evitado este final kleenex y habernos ofrecido un final climax.
En resumen, película que hubira podido ser peliculón, con momentos muy agradables en los que reirmos de verdad, pero un poquito más de "folie" nos hubiera permitido levitar sobre nuestras butacas y entrar en una dimensión en la que dejar vagabundar nuestros pensamientos. No es así.
Durante toda la cinta, Guillaume Canet nos indica cuando reir, cuando sonreir, cuando llorar, nos lleva a donde él quiere sin que podamos dejarnos llevar por la imaginación. Nos cuenta una historia de forma muy convencional.
Luego, tiñe la trama de tintes moralizadores que poca cabida tienen en una película de este género. Porque los franceses han inventado este nuevo género de cine : el del grupo de amigos treintañeros depresivos y con problemas de adaptación a una sociedad con la que pelean para alejarse de sus convenciones y moral, que se juntan para sentirse menos solos pero conservando las raíces egoistas que les han llevado a lo que son. Así, individualmente, cada personaje se lleva su parte de lección moral en una resolución de sus traumas personales plegado de convenciones : sé tú mismo, confía en ti, el trabajo no lo es todo en la vida, acepta a los demás como son, abandona la adolescencia y conviértete por fin en mujer, toma tus responsabilidades si quieres ser algo en la vida...
Y al final, el grupo se lleva una lección de moral que no pega con los 90 minutos que acabamos de vivir. Los quince minutos de lloriqueo y moqueo no nos gustan, Guillaume. Podías haberte evitado este final kleenex y habernos ofrecido un final climax.
En resumen, película que hubira podido ser peliculón, con momentos muy agradables en los que reirmos de verdad, pero un poquito más de "folie" nos hubiera permitido levitar sobre nuestras butacas y entrar en una dimensión en la que dejar vagabundar nuestros pensamientos. No es así.