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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
8
Comedia. Drama Caireles y Tarrajas descubren que el tranvía 133, en el que se han pasado media vida trabajando, va a ser retirado del servicio. Ambos salen de borrachera para consolarse... y deciden robarlo. Tras una noche en la que dan servicio a distintos pasajeros, quieren devolverlo por la mañana, pero un antiguo inspector quiere delatarlos. (FILMAFFINITY)
3 de febrero de 2009
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la revista mexicana de cine “Somos” se confeccionó en 1994 una lista de las mejores películas producidas en ese país. “La ilusión viaja en tranvía” ocupa el lugar número 95 en dicha lista. Antes que ella figuran otras del director aragonés: “Los olvidados” (2), “Nazarín”(6), “El” (7), “El ángel exterminador” (16), “Susana, demonio y carne”(46), y “Ensayo de un crimen" (47). Es decir, a juicio de los críticos más rigurosos del país, esta película no es tan menor como piensan aquellos otros que utilizan el término con demasiada alegría, fenómeno recurrente en el conjunto de estos perezosos señores y en el seno de carreras cinematográficas con un buen número de títulos, como ocurre con la de Luis Buñuel.

Puede ser “menor” en cuanto a los medios, similares, por cierto, a los de otras a las que esa misma crítica se ha rendido. Y es “mayor” en cuanto a ingenio, sentido del humor y creación de una lúcida metáfora sobre la vida en sociedad. "Ustedes saben que en los vehículos públicos en México es posible, o lo era en aquella época, encontrar gente que lleva cajones de fruta, o guajolotes vivos, en fin: las cosas más increíbles, y por eso se me ocurrió que en el tranvía viajaran los obreros del Rastro con los cuartos de res, y las viejas beatas con la imagen de un santo." Estas palabras de Buñuel sintetizan su propósito: un tranvía es finalmente un privilegiado lugar de encuentro, una especie de tierra de nadie en donde, sin embargo, cada uno actúa según su clase y sus convenciones ideológicas. Todo es posible en un tranvía. Esa condición de lugar itinerante convierte en posible lo que en otro lugar más estable sería prácticamente impensable.

Y también un lugar en donde el erotismo es más explícito: “Reconozco que aquí se trata de algo muy mío, de mi juventud y de la de cualquiera de mi generación. Cuando las mujeres, con aquellas faldas largas, subían al tranvía, le echábamos la vista, para ver si enseñaban algo de pantorrilla”

Hay películas menores que nos ayudan a comprender otras mayores. Desde ese punto de vista dejan de ser menores... En “La ilusión viaja en tranvía” está pues la propia memoria del director: los viejos tranvías de Zaragoza, cuyos escalones propiciaban las miradas furtivas al soñado interior de las faldas. Por esto también, y, sobre todo, porque es una película tremendamente divertida, en donde va creciendo la posibilidad de sorpresa (¿quiénes subirán en la próxima parada…?, qué nueva desgracia les sucederá a los protagonistas...?) merece no caer en el olvido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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