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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
9
Drama. Romance Francisco Galván de Montemayor, un hombre adinerado de apariencia tranquila, conservador, religioso y virgen, como cada Jueves Santo asiste a la ceremonia del mandatum, el lavatorio de pies que el sacerdote efectúa con singular delectación. Al ver los sensuales pies de una joven sentada en primera fila se queda prendado de su serena belleza. Francisco logra averiguar que la mujer de sus sueños se llama Gloria y va a contraer matrimonio ... [+]
27 de enero de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel habla bien en “Mi último suspiro” de esta película de la que dice sentirse satisfecho a pesar del escaso éxito que tuvo en su estreno. Dice también que es “muy poco mexicana” y que su asunto podría situarse en cualquier lugar del mundo. Todo eso es verdad, pero yo añadiría que es una de sus mejores películas, y que junto a “Los Olvidados” es sin duda la mejor de esta etapa mexicana.

En este momento en el que el problema del maltrato a las mujeres está ampliamente reprobado, y es considerado como una de las lacras sociales más importantes, sorprende su rabiosa actualidad. Buñuel intenta describir una actitud paranoica, pero tal vez no llegó a reparar hasta qué punto analiza la actitud tanto del maltratador como de la mujer maltratada. Esta última se encuentra atenazada por su propia conciencia, incapaz de reaccionar como debería ante la violencia que recibe un día sí y otro también. Atenazada también por su propia soledad y por la incomprensión que recibe de las personas de su entorno, como en este caso el cura de la familia, amigo por cierto del marido, y hasta de su propia madre que llega a decirle: “cuando un hombre habla tan con el alma y hasta llegar a llorar, no puede mentir”.

En “El” Buñuel consigue que los actores Arturo de Córdova y la argentina Delia Garcés realicen una interpretación sencillamente extraordinaria. Y consigue también momentos cinematográficos memorables. Recordaré siempre la escena rodada en el campanario en donde el paranoico Francisco Galván ve a sus semejantes con auténtico desprecio, y el profundo dramatismo de las escenas finales, en donde persigue desesperadamente a los supuestos amantes y acaba teniendo unas increíbles alucinaciones en la iglesia. Es admirable el uso de la cámara, los encuadres distorsionados y, en general, la intensidad de todo el conjunto.

Aquí nos encontramos ya a un cineasta en toda regla, que conoce a la perfección su oficio, que dirige admirablemente a los actores y, sobre todo, que expresa de una manera sincera y valiente su propio mundo interior a través de un lenguaje cinematográfico en el que, sin abandonar los parámetros de comercialidad que se le exigían, comienza a recoger lo mejor de su primera etapa, en donde le interesaba de manera especial bucear en el interior de los seres humanos, en busca de los claroscuros de la identidad y la conciencia.

“El”, si se me permite la expresión, ha mejorado con los años. No solo se puede ver como una extraordinaria pieza de museo. Es una película rabiosamente actual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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