En sus casi 50 minutos de duración apenas he parado de sonreír. Es original, emotiva, hilarante, cálida y nada pretenciosa. Con alguna que otra sorpresa en las voces de los protagonistas, el malo no tan malo y una gran técnica que evita el desentonamiento de este episodio con la totalidad de la serie (mostrando inquietudes universales de sus protagonistas en cada número), este inusual episodio es una auténtica joya de la televisión. Tras el buen episodio de ''Silencio'', Joss Whedon se corona con este bonito homenaje al espectáculo de Broadway y las luces y coreografías de los mejores musicales.

Y mi pregunta es: ¿Qué hubiera pasado si Joss Whedon hubiera escrito cada uno de los episodios de toda la serie?
Quizás hoy no estaríamos hablando de una buena serie de culto, si no de algo más grande...