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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
10
Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
17 de octubre de 2007
565 de 606 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford tenía algo más de 65 años cuando rodó esta película. En aquella época el cine clásico se desangraba ya sin remisión, el trasvase de directores iniciados en la TV era imparable y los viejos artesanos tenían cada vez menos predicamento y debían adaptarse.

Tom Doniphon (John Wayne) quemó su casa protestando por un amor perdido rindiéndose ante lo que sabía inevitable. John Ford agotó un género desde una película que es una reflexión meticulosa y crepuscular del mismo.

Tom dejó su sitio a las compilaciones de legislación y a las asambleas de gentilhombres. Ford apuró posibilidades para que fueran otros −era el turno de esos otros− los que estiraran desde la sobreexcitación lo que él había detallado ya desde el brío y la ternura de un cine con ansias de mito y armazón de orfebrería en estado puro.

Doniphon disparó el último tiro para así convertir en leyenda el inevitable futuro en el que ya no tenía sitio. John grabó en un anticuado blanco y negro la perfección de una forma de hacer cine y dejó paso a la necesaria renovación, a la inexcusable evolución.

Y es que, por mucho que se insista en otorgar el calificativo de "crepuscular" a películas como «Grupo Salvaje», es esta película una de las que mejor refleja aquello que esos héroes mitificados por el western clásico perdieron con la llegada del ferrocarril y los “attorney at law”. Quizás porque el propio Ford se estaba disipando también ante el ineludible empuje de los Lumet, los Frankenheimer y toda esa imparable locomotora cuyo innovador trayecto culminaría en los 70's.

Así que condensó toda la nostalgia que fue capaz de rescatar en un cactus, un sombrero vaquero a 1'93 del suelo y una vieja cabaña en llamas. Así lo hizo y luego se marchó. Y se marchó sí, ya lo creo. Aunque aún le quedaran tres o cuatro pelis más.

Se puso el parche, nos dio la espalda y se alejó después de descerrajarle un tiro a la historia del western, del cine clásico, del cine en general, del western crepuscular y a la madre que nos parió. ¡John Ford, coño! John Ford es el cine.
Bloomsday
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