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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
8
Drama Edmund, un niño de doce años, intenta sobrevivir a las duras condiciones de la postguerra alemana, especialmente en Berlín, una ciudad que ha quedado completamente derruida tras la Segunda Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
5 de julio de 2011
63 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impacta el horror y la desolación, evidentemente. Ahora bien, ¿mediante qué mecanismos? La figura del niño despista. Pareciera acaso un resorte emotivo y trágico para los fines melodramáticos de descomposición moral (arquetípico recurso narrativo de perspectiva infantil de las cosas). Pero el tratamiento del director italiano va más allá. El compromiso ideológico de Rossellini con lo “neorrealista” no radica en la psicologización o la emoción de la acción dramática (miren el rostro hierático del niño). Al contrario, la desesperanza rosselliniana se basa en la objetividad y la distancia expositiva.

No queda su intención cinematográfica agotada en el retrato minucioso de esqueletos de edificios ni en la radiografía de sus habitantes. Su ética y compromiso exceden la militancia, el costumbrismo y la denuncia de fondo. Lo incluyen también ya que es un neorrealismo con “objeto” claro y nítido -la posguerra y su miseria- pero lo superan ya que su hallazgo es estético.

La realidad no se deja atrapar con el recurso formal de cámara al hombro o plano-secuencia. Ahí como mucho aparece una sensación liviana de cine despojado que, eso sí, es confundido frecuentemente con realismo aunque esté dramatizado hasta la médula. Rossellini enarbola el neorrealismo desde algo mucho más profundo que la fotografía con grano, el contexto verosímil y la crudeza de situaciones: la perspectiva externa que guía el metraje es la de un espectador sometido a la carga de no tener acceso al interior de los personajes. Esa opción es definitiva para detectar la implicación intelectual de este director para con la “objetividad”.

No cae el italiano en la frecuente “trampa” de que una fotografía de exteriores quede a la postre reemplazada por prospecciones psicológicas de contraplano, actuaciones de melodrama, didactismos documentales o trama estructurada para la “implicación” del espectador. Como dijera Bazin, el neorrealismo de Rossellini no es de “argumento, sino de estilo”. Y para ello la ambigüedad dramática del protagonista y las situaciones. Esa frialdad hace que el compromiso de la película “alcance” al espectador en su esencia de queja humanista coherente al ser su estilo santo y seña de su intención naturalista.

Lo esencial es el despojo dramático y la perspectiva objetiva que conmueve por la “verdad” del estilo. Cine comprometido con la realidad histórica y la denuncia pero, también, con la propia identidad del hecho cinematográfico. Y es que la imagen en Rossellini tiene valor ideológico, ontológico y gnoseológico puro y propio aunque no recurriera a un argumento.
Bloomsday
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