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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
7
Intriga Cuando el Mayor Bennett Marco (Frank Sinatra) tiene que opinar sobre el Sargento Raymond Shaw (Lawrence Harvey), no duda en afirmar que es un auténtico héroe. Pero, en realidad, Shaw le parece un personaje muy turbio: una enloquecedora pesadilla le hace sospechar que el sargento oculta algo inconfesable. Audaz thriller político sobre el lavado de cerebro de los prisioneros americanos en la guerra de Corea. El fin del rodaje coincidió ... [+]
8 de julio de 2010
44 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es interesante observar el aparato cinematográfico de Frankenheimer, detenerse en los hallazgos técnicos que pueblan su discurso narrativo. Su técnica de formación televisiva en directo y la dirección de actores fruto de su bien temprana afición teatral ofrecen elementos más que sugestivos a la hora de afrontar el visionado de la peli con un ojo en la trama de denuncia nerviosa, y otro ojo en el montaje y la puesta en escena.

Los recursos como el picado, el plano detalle, la fotografía con contraste, la toma oblicua y la profundidad de campo, etc., son evidentes. También una rica escenografía de espacios cerrados (reminiscencias del periplo televisivo que recuerdan a la gestión del espacio de cineastas como Lumet en <<12 hombres sin piedad>> con sus tropecientas cámaras inquietas).

Todo ello revela una preocupación por la fisicidad magnética del plano y su realismo sudoroso, pese al delirio que supone en sí misma la trama. En este sentido, es inmediato trazar paralelismos con cineastas coetáneos como el propio Lumet o la incontinencia “técnica” de Stanley Kramer, así como reconocerle a Frankenheimer su carácter de avanzadilla de ese cine de best-seller pseudo-político que tanto éxito tendría en los 70 con cineastas como Pollack, Pakula, el reciclado Schlesinger…

La peli podrá ser tildada de trasnochada por su obvia crítica hacia las cazas de brujas y las trapisondas de la trastienda conservadora de la política norteamericana más evidente (Frankenheimer era liberal, amigo de Roberto Kennedy, hebreo de padre pero con formación católica… En fin, un arquetipo cosmopolita, casi, abocado irremisiblemente al compromiso socio-político de barras y estrellas más sesentero. O director de estas características o periodista-ensayista de derechos civiles, no hay más que ver una foto suya de cuando iniciaba andanzas hollywoodienses). Pero más allá de estas consideraciones algo caducas, el ritmo de la peli se mantiene frenético en su desarrollo, y creo conserva a día de hoy unos cimientos de enorme solidez narrativa e introspección psicológica.

Y, como digo, la cuestión técnica –como la secuencia de la sugestión hipnótica del inicio- que más allá de su elaborada ejecución ofrece interesantes puntos de análisis a la hora de la comparativa con el medio televisivo –cantera de la época- el cine clásico y sus últimos coletazos, y la influencia que estas pelis y estos directores -Arthur Penn también, y tantos otros- tuvieron en la “madurez” que, dicen por ahí, adquirió el cine en la década posterior al rodaje de esta peli.
Bloomsday
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