Alguien dijo una vez, muy sabiamente, que los críticos eran seres amargados que no habían tenido nunca el valor suficiente para ponerse detrás de una cámara, y que simplemente, se dedicaban a desangrar el trabajo de otros, seguramente infectados en su subconsciente por la más pura envidia.

Dicho esto, resulta muy fácil atacar a esta modesta opera prima, sobre todo si dejamos a un lado su carrera enloquecida contracorriente de cuatro años, en la que el sistema Crowdfunding, que para el que no lo sepa, se basa en aportaciones económicas que convierte en productor a todo aquel que tenga a bien participar en el proyecto, ha sido la única herramienta de financiación real para intentar finalizar un proyecto, que ha sufrido más de un retraso por falta de presupuesto.

Es por eso, que verla terminada resulta ya todo un éxito, y como se suele decir en estos casos, que le quiten lo bailado a Paco Soto y su equipo, no cabe duda que a estas alturas, se habrán convertido ya en una gran familia.

En cuanto al film, y siendo estrictamente serios, no estamos ante un producto de calidad, su desarrollo argumental es caótico, y el estilo cómico del que hace gala, consigue arrancar con cierto interés, pero se acaba derrumbando por un exceso en la reiteración, lo que lo lleva a alcanzar un territorio plagado de bostezos muy poco recomendable, sobre todo cuando hablamos de un trabajo que pretende ser un vehículo de diversión y entretenimiento.

De su reparto, que conforma un variopinto grupo de actores implicados, destaca la presencia de Enrique Villén, uno de nuestros mejores y más reconocidos actores de reparto, en el papel de ministro sinvergüenza, sobre el resto, y teniendo en cuenta la afluencia de un gran número de intérpretes amateurs, hay que reconocer que el resultado final en este terreno, no resulta tan desastroso como cabía esperar.

En los apartados técnicos, no se puede censurar su esfuerzo, sobre todo bajo una falta de recursos tan pronunciada, en todo caso, el reproche habría que desviarlo hacía una serie de errores estéticos y visuales, que rayan lo hortera, y que acercan a estas "Operasiones Especiales" a parecerse a una especie de Torrente pobretón, que lucha con meridiana intensidad por alcanzar un estilo propio que nunca acaba por concretarse.

Por último, y como recomendación, no hagan casa de nada de lo dicho, simplemente acudan a verla y no olviden lo expuesto en un principio, sencillamente, la opinión de un ser amargado no debe empañar el éxito de empresa tan compleja, y quien ponga en duda esta realidad, que coja una cámara y ruede su propia película.


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