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España España · malaga
Voto de alcaide:
6
Drama. Comedia Explora la historia real sobre cómo Dick Cheney (Christian Bale), un callado burócrata de Washington, acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush (Sam Rockwell), con consecuencias en su país y el resto del mundo que aún se dejan sentir hoy en día. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivimos tiempos políticos muy convulsos, el auge de los partidos de ideología extrema a nivel planetario, que amenaza en algún discurso catastrofista, con devolvernos a la edad de piedra, parece haber despertado la conciencia de todos aquellos, que pretenden indagar en que momento pusimos en peligro nuestra libertad y nuestros valores, en favor de una seguridad impuesta por el miedo.

El norteamericano Adam McKay, se erige en ese punto, como un cronista algo esquizofrénico del reciente momento político y social que atraviesa Estados Unidos, tras diseccionar con acierto, la crisis financiera global provocada por las hipotecas basura, en 'La Gran Apuesta' (2015), un trabajo que asumía un texto muy complejo, repleto de tecnicismos, que sus responsables intentaban hacer comprensible, a través de una serie de apariciones estelares a modo explicativo.

Con la misma intención de transformar el biopic en algo bastante más dinámico, el realizador dobla su apuesta, para contarnos la vida y milagros de Dick Cheney, una de las personalidades más opacas e inaccesibles de la reciente historia política de su país, el cual alcanzó el poder absoluto, desde un supuesto segundo plano como vicepresidente, bajo el mandato de George W. Bush.

Con un estilo que recuerda bastante a lo que ya hizo Michael Moore, en ese prestigioso e impagable documental llamado 'Fahrenheit 9/11' (2004), el film de McKay avisa desde el inicio que estamos ante una historia real, a lo que se añade, que dada la falta de información sobre el personaje, han tenido que currárselo, según palabras textuales, como auténticos cabrones.

Insertando una serie de rótulos, mientras recurre a congelar la imagen y dar paso a un narrador bastante omnipresente, al que da vida el televisivo Jesse Plemons, el cual asume un misterioso protagonismo en bastante pasajes del film, este Vicio del Poder se queda a medio camino entre el relato biográfico y la mera denuncia política, a veces se posiciona de modo panfletario o se reduce a lo meramente conspiranoico, y no es porque lo que este contando no sea verdad, sencillamente, al no medir bien las cantidades de su excentricidad, se torna frívolo y falto de consistencia.

Pese a ello, también cabe destacar algunos aciertos en su narrativa, que a veces consigue encontrar algunos destellos, en base a esa manipulación legal de la que hacen gala los políticos más desaprensivos, capaces de retorcer la realidad, o valerse de mecanismos tales como la creación de un canal de noticias al servicio de sus intereses, en un todo vale totalmente ausente de valores y escrúpulos.

La Biblia de nuestra generación, 'Los Simpsons', que quizá y no por casualidad emite la Cadena FOX, ya avisaban del peligro, en un capitulo en el que el director Skinner robaba material en un colegio privado, al ser cuestionado por Lisa a tal efecto, este le respondía 'Brrr...Bienvenida al país de Dick Cheney', un detalle que no favorece el concepto que tienen gran parte sus compatriotas, respecto a la figura de tan opulenta y destacada águila republicana.

Del reparto, destacar el póker de ases que componen talentos tan contrastados como los de Sam Rockwell, que da vida de forma impecable, - con el reciente Oscar aún caliente bajo su brazo - a un George W. Bush que como muchos sospechábamos, podría aspirar al título del presidente más inepto que jamás haya pisado La Casa Blanca. Igualmente, y desde el plano secundario, la siempre impagable presencia de Steve Carell, - que ya trabajo previamente con McKay en aquella apuesta - dando vida a otro mezquino de la talla de Donald Rumsfeld, y el buen hacer de Amy Adams como abnegada señora Cheney, componen uno de los motivos más poderosos sobre los que poder recomendar el film.

Mención aparte merece el verdadero rey de la función, un Christian Bale que también repite con el realizador, y que comienza a agotar ya los calificativos, en un continuo exceso camaleónico que le ha llevado de nuevo a engordar varios kilos para enfundarse el físico y las formas de Dick Cheney, al que fotocopia de manera apabullante, en un esfuerzo que de momento le ha valido el Globo de Oro como mejor actor, el cual, y muy sorprendentemente, agradeció a Satanás, por haberle inspirado a la hora de afrontar el papel, algo que engrandece aun más su figura como actor.

Finalmente, es bastante probable que este Vicio del Poder no alcance el status que sus productores, entre los que se encuentra un Brad Pitt también responsable de la mencionada apuesta, habrían soñado para el film, un trabajo que intenta abarcar demasiado y ser excesivamente condescendiente con un público, que hasta cierto punto puede agradecer ese esfuerzo por intentar hacer amenos los detalles más densos de su historia, pero que igualmente, debe asumir esa desconexión con una serie de factores, que normalmente, y una vez se hayan bien ensamblados desde un punto de vista bastante más formal, suelen hacer memorable a cualquier producción.



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alcaide
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