Una película irregular donde aciertos como una refinada fotografía en blanco y negro y una ambientación muy sugestiva en la Barcelona nocturna con callejones inquietantes se combinan con una cierta insipidez narrativa y una contraproducente acumulación de diálogos no siempre interesantes. La obra sin embargo al albergar tantas virtudes como defectos se queda en un aceptable tono medio de calidad. El muy interesante planteamiento argumental no está exprimido al máximo pero la película resulta más o menos grata también por algunas situaciones familiares cotidianas como esos macarrones que van a enfriarse en el almuerzo o la admiración sincera que un hijo siente por su padre que investiga el turbio caso. Menos mal que Antonio Santillán es al fin un cineasta colocado en su justo lugar por lo menos a raíz de esta cinta. El reconocimiento llega muy tarde como en otros casos de cineastas españoles activos durante los años 50 pero se le reconoce ya su dignidad al sacar buen partido artístico de unos presupuestos modestos especializándose con aceptables resultados en el género policíaco. En "El ojo de cristal" se analiza con cierto talento la psicología infantil y hay ese aire de grata modestia que caracterizó a muchas producciones del Iquino de entonces. Es una obra aceptable que refleja dentro de sus limitaciones lo bonita que fue la época del cine policíaco barcelonés. Lo que importa es que este periodo fílmico al fin es valorado.