Una película donde Jesús Franco cuida mucho el aspecto estético pero descuidando a su vez el aspecto narrativo. De ahí que la película consiga relativamente enganchar al espectador y que por ello ese argumento mal planificado pueda compensarse con un elaborado tono fotográfico y con una puesta en escena más o menos hábil. No obstante aquel espectador que sea poco exigente puede que se contente con esas imágenes sugestivas o que acepte el producto al compararlo con los detestables engendros que filmó Jesús Franco en décadas posteriores. Ha sido Jesús Franco un personaje especialmente singular y él caia simpático cuando hablaba de su trayectoria fílmica. De hacer un cine de género más o menos respetable durante los años 60 pasó a hacer un tipo de cine erótico mal engendrado y la frontera entre estas dos tendencias la representó "El diablo que vino de Akasawa" donde combinó las aventuras y el erotismo con resultados muy discretos pero con su sello personal. "La muerte silba un blues" realmente destaca por esos planos nocturnos con coches circulando por calles vacías y por esos locales donde se interpreta música ambiental. Los planos de la piscina y el comienzo con el sonido del motor de un camión son destacables.. Hay en el reparto figuras que estuvieron muy de moda en el cine nacional de la época. Prestar atención a este film tiene cierto sentido ya que su resultado artístico fue aceptable. Una de las pocas películas de Jesús Franco que pueden ser bien asimiladas por el gran público.