La historia que plantea No Mercy (cuyo título original es Yongseoneun Eupda, que pese a ser una producción de 2010 no ha tenido la repercusión de otros títulos anteriores y posteriores al mismo, aunque la merecía) se inicia con el hallazgo del cuerpo de una joven descuartizada. La policía (nuevamente se nos muestra burocratizada, brutal y por momentos ineficaz) inicia la búsqueda del despiadado asesino y contará con la ayuda del forense criminalista más importante del país para ello, el doctor Kang. La supuesta investigación para capturar a un psicópata pronto se convertirá en un cruel juego del gato y el ratón con el doctor como pieza clave. Esto es todo lo que se debería conocer para disfrutar plenamente de cada giro del guión y la truculencia de los acontecimientos (que es algo que podemos considerar marca de la casa), ya que nada es lo que a priori aparenta.

Es posible que algunos piensen que ciertas situaciones están llevadas bastante lejos y se incurra en “pequeñas” licencias o trampas de guión, pero son totalmente perdonables ya que gracias a las mismas nos brindan un thriller de dos horas donde el espectador no tiene tiempo ni para pestañear (los primeros tres cuartos de hora son para enmarcar). Hay que añadir que en este caso además de funcionar perfectamente la película como thriller, la historia tiene connotaciones de tragedia griega de resonancias épicas que todavía funcionan mejor.

Como suele ser habitual, a un guión enfermizo y retorcido, le acompaña una factura técnica impecable y unas interpretaciones muy competentes. La planificación de las escenas y el montaje son estupendos, dotando al film de un ritmo frenético, sobre todo en su primera hora, que hace que se sobreponga con naturalidad a las posibles incongruencias del relato. Las actuaciones sobre todo las de los dos antagonistas son muy buenas, dotando a sus personajes del trasfondo y complejidad que merecen. De los secundarios destacan la detective femenina que pone un toque de idealismo “virginal” al caótico, machista y corrompido sistema policial surcoreano y algunos detectives caricaturescos e incompetentes que dotan al metraje de cierto humor negro (y de denuncia al sistema) que son un contrapunto a la tragedia que se narra, que al menos un servidor agradece.

Tal vez, el gran inconveniente de esta película no radica en ella misma, sino en los thrillers coreanos que ya hemos visto (Oldboy, I Saw The Devil, The Chaser, The Yellow Sea, Memories Of Murder, Sympathy For Lady Vengeance, etc.), que ponen las expectativas tan altas que es difícil superarlas. Generando cierta sensación de deja vu, cuando deberíamos aplaudir como locos desde la butaca ante semejante espectáculo truculento y sangriento que se remata con un final de lo más despiadado, contundente y a la vez poético que recuerdo.