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Voto de Víctor Taranilla:
5
Thriller. Intriga. Comedia 9:00 horas. Un grupo de personas absolutamente heterogéneo desayuna en un bar en el centro de Madrid. Uno de ellos tiene prisa; al salir por la puerta recibe un disparo en la cabeza. Nadie se atreve a socorrerle. Están atrapados.
31 de marzo de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La temática del cautiverio en un refugio que se degrada progresivamente sigue dando de sí. Ya en 1962 Luis Buñuel encerró en la mansión de los Nóbile a un grupo de la alta burguesía mexicana. Entonces, los protagonistas no podían salir por razones inexplicables, y la prolongación del encierro acabará dinamitando las convenciones burguesas bajo la inmisericorde mirada del cineasta español.

Alex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría, en esta ocasión, convertirán al ordinario lugar de paso por excelencia, un bar, en la prisión de un variopinto grupo de parroquianos. Alguien está disparando contra quien se atreve a poner un pie en la calle. El quién y el por qué tendrán que descubrirlo mientras los nervios van tomando, poco a poco, el control de cada uno de ellos.

El arranque es estiloso, lúcido, energético y provocador. La brillantez en los inicios es ya el sello personal de Alex de la Iglesia. ‘El bar’ mezcla el misterio con la comedia, el temor de sus ocupantes con la mayor de las impotencias. Los personajes se van definiendo, aunque sin mucha profundidad, lo justo para llegar a sentir algo de empatía por alguno de ellos. Sin embargo, a partir del primer tercio de película, el también reconocible caos de Alex de la Iglesia toma el control para confundirlo todo. El encanto y el posible trasfondo iniciales duran poco. El gusto por el exceso y las arbitrariedades para cerrar las tramas resulta ya pesado y destruye la poca empatía que se pudiera tener con alguno de los personajes. Y sin empatía, no hay implicación por parte del espectador. Y sin implicación, no hay tragedia.

En definitiva, como viene siendo habitual en el cine de Alex de la Iglesia, un cuestionable desarrollo y un mal cierre desmerecen una obra que, por todo lo demás, resulta impecable.
Víctor Taranilla
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