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Voto de Adrián Esbilla:
6
Serie de TV. Thriller. Musical Miniserie de TV. 6 episodios. Ripley Holden (David Morrissey) es un modesto emprendedor que monta un pequeño salón de juego en una pequeña población inglesa. Pero la aparición de un cadáver dará lugar a una investigación que cambiará muchas cosas. (FILMAFFINITY)
8 de abril de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una serie apreciable aunque no especialmente memorable que tiene el buen gusto de referirse (aunque en muchos aspectos lo banalice y en otros tanto lo simplifique de forma aplastante) al universo tortuosamente pop, crudamente lúcido y post-modernamente mulirreferencial del gran Dennis Potter, de donde toma esencialmente el uso de la música popular para forzar la disonancia interna de la ficción y como fuerza evocadora (para los personajes y para el público) a la vez, como fuga mental y comentario socarrón. Usa con cierta inteligencia la geografía kitsch de la ciudad de Blackpool como fondo luminoso contra el que contraste la negrura de una familia en descomposición y combina las convenciones de diferentes géneros- desde el thriller policial al melodrama romántico o la comedia negra y, claro está, el musical- para radiografiar el fondo tras la forma. Pero no siempre logra armonizar un conjunto resbaladizo por sus muchos elementos, amén de que la manera de introducir las canciones termina por resultar rutinario en ocasiones -especialmente por empeñarse respetar una cierta estructura en todos los capítulos en lugar de dejar fluir con mayor naturalidad y de este modo integrarlas más profundamente- y que algunos números se balancean peligrosamente del lado de lo cursi sin ironías. Muy bien interpretada por su elenco masculino, sobre todo un soberbio David Morrisey como el (literalmente) hecho a si mismo Ripley Holden y ese David“Doctor Who”Tennant que crea un personaje tan desagradable y carismático que lo valida como un perfecto John Costantine, en cambio sorprende la flojera de su reparto femenino con una Sarah Parish que limita su interpretación al mohín casi por completo. Así y todo resulta disfrutable y abundan los grandes momentos y las elecciones agudas (memorable ese “Brilliant mistake” del siempre grande Elvis Costello) que convierten este trabajo en una disfrutable rareza, aunque su originalidad sea relativa.
Adrián Esbilla
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