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Voto de Adrián Esbilla:
6
Thriller. Drama Kilvinski (George C. Scott) es un policía veterano que no sabe hacer otra cosa en la vida, aunque ha perdido bastantes facultades con la edad. Sólo ante la idea de la jubilación se echa a temblar. Su compañero es Fehler (Stacey Keach), un tipo muy decidido que lleva su profesión en las venas. Fehler se vuelca en cuerpo y alma con su trabajo, es capaz de arriesgar su vida en cada instante, sin pensar un segundo en su mujer, que le espera ... [+]
22 de julio de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta llamativo que una película tenga su principal interés y su mayor carencia exactamente en el mismo sitio. En este caso en su estructura narrativa. El estilo impresionista, a base de cuadros dramáticos casi independientes pero interconectados entre si por los personajes, que ya viene dado por la excelente base literaria de la novela de Joseph Wambaugh en la que se basa. El autor, antiguo policía todavía en servicio cuando publicó en 1971 este “Los nuevos centuriones”) y renovador de la novela policial a base de una autenticidad documental que destilaba las enseñanzas de los chicos de la comisaría 87 de Ed McBain para mezclarlas con la nueva percepción que la ficción norteamericana estaba ofreciendo sobre las fuerzas de la ley en un periodo pantanoso de pesimismo vital y dudas morales, plantea un fresco de relaciones alrededor de una serie de novatos que durante cinco años aprenderán lo que es, de verdad, el trabajo policial y como este afecta a sus vidas personales y a su percepción del bien, de la ley y de todo lo demás.
Esto funciona a la perfección sobre el papel, el vértigo de la narración, la multiplicidad de puntos de vista, la repetición de rutinas, el conocimiento y complicidad que el lector establece tanto con los personajes como con su entorno resulta muy difícil de traducir cinematográficamente y aunque Fleischer lo intenta y parcialmente lo consigue (todo lo que atañe al excepcional personaje y actuación de George C. Scott), es, esta misma cualidad de tapiz humano y geográfico lo que hace chirriar un film que se mueve entre la lucidez y el canto al uniforme. Perdido, a veces, en meandros sentimentales, carente de vértigo, indefinido en cierto sentido por culpa de pequeñas historias que no se concretan en algo consistente y en personajes que apuntan valor pero se quedan en eso. Así y todo merece la pena recuperarlo y no le faltan buenos momentos, consistentes actuaciones y una voluntad de no revolcarse en la sordidez sino de buscar una mirada ecuánime, honesta.
Adrián Esbilla
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