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Voto de Adrián Esbilla:
6
Acción. Drama Un grupo yakuza que antaño gozaba de un inmenso poder se ve obligado a disolverse por el aumento de la presión policial contra las organizaciones criminales. Solo un pequeño clan se opondrá a la disolución y continuará sus actividades, encontrando en su camino cada vez más obstáculos. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Bloody Territories”, sin ser en absoluto un film memorable, tiene un doble interés, por una parte la garantía de diversión, ritmo y estilo que supone el cine del Yasuharu Hasebe de los 60 y primeros 70, cuando era uno de los realizadores abanderados del cambio estilístico emprendido por la Nikkatsu a mediados de los 60. Por otra la oportunidad de encontrar un género, el “yakuza eiga” en este caso, justo en su momento de cambio, debatiendose entre romper los últimos lazos con el “ninkyo eiga” y su concepción romántica del fuera de la ley, o lanzarse al abismo que a mordiscos estaba a punto de abrir el nuevo “jitsuroku eiga”, las películas basadas en la crónica negra con las que Kenji Fukasaku y la Toei cambiarían el género de arriba a abajo.
En esta encrucijada histórica radica lo más interesante de una cinta en absoluto despreciable por si misma, pero sobre la que pesa demasiado esta indefinición. Algo a lo que no es ajeno el carácter de vehículo para el cambio de imagen de un progresivamente endurecido Akira Kobayashi, aquí el último yakuza con código en un universo crepuscular.
Por lo demás una historia farragosa de clanes enfrentados que narra la conversión del crimen organizado en asociaciones empresariales. Tocada por un desmayo de ritmo en la parte central que Hasebe sortea con su poderoso estilo visual y apurando un desaforado sentido del melodramatismo que desembocará en un tercio final, este si, apoteósico. Haciendo cumbre en el enfrentamiento a cuchillo y traiciones que aprovecha espléndidamente el decorado de la oficina y las escaleras de un enorme edificio moderno en contraste directo con un climax nocturno y callejero que mezcla la sangre con el agua.
Adrián Esbilla
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