A principios de siglo vivió una mujer llamada Maria, que, ocupada en cuidar de sus siete hijos y de lidiar con los problemas de alcoholismo de su marido, tenía poco tiempo para sí misma. El descubrimiento de una cámara fotográfica la ayudaría, no sólo como sorprendente fuente de ingresos en momentos del crisis, si no especialmente para crecer como persona y descubrir que la vida puede dar mucho si se sabe dónde buscar.

Una cuidada fotografía y un acertado guión basado en la novela de su propia esposa, ayudan a Jan Troell a ofrecer un maravilloso drama de época sobre relaciones familiares y, especialmente, matrimoniales. Maria sabe que su marido se vuelve violento ante la bebida, pero saca fuerzas para afrontarlo y aprende a comprender que la maldad no se halla en él, si no en las circunstancias que atraviesa. Las actuaciones de Maria Heiskanen y Mikael Persbrandt son tan poderosas como sutiles.

Se trata de un film de superación, un film sobre personas pequeñas que pasan por la vida sin dejar rastro aparente. Pero basta un vistazo a la vida de Maria Larssons para comprender que las mayores hazañas pasan a menudo desapercibidas, y que las viejas fotografías cubiertas de polvo que guardamos en el desván esconden miles de historias tras las serias miradas de unos retratados para los que una cámara fotográfica suponía todavía un misterio.