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Voto de Cinematic:
7
Terror John es oftalmólogo y tiene una curiosa afición: colecciona ojos. Su madre ejerce sobre él un fuerte dominio psicológico. Precisamente, por orden de su madre, va a un cine, donde coincide con dos amigas, Linda y Patricia. El efecto hipnótico de la película ejerce sobre ellos una extraña influencia. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un misterio para mí por qué Angustia no está mejor valorada dentro del género de intriga y terror españoles, más allá de que tenga pegada la etiqueta "de culto". No había visto nada de Bigas Luna, pero no sé por qué me esperaba otro tipo de película de él. Y he de decir que el tipo de película que me esperaba era mucho peor que lo que finalmente he encontrado. Angustia es una película de género hecha con mucho oficio y cariño, recordando a ciertas películas de género de los 80. La historia comienza con John, un oftalmólogo que tiene una curiosa afición: colecciona ojos. Su madre ejerce sobre él un fuerte dominio psicológico. La relación con su hijo es de total dominio. En una de las habituales misiones que John cumple por orden de su madre, se dirige a un cine. Allí, dos estudiantes, Linda y Patricia, se encuentran en una extraña situación, debido a los aspectos hipnóticos de la película. La protagonista de Angustia es una criatura demasiado sensible que, de algún modo, parece presentir la catástrofe que está a punto de suceder (¿es posible que esta fuera la semilla de la saga Destino Final?). Su inquietud llama la atención de otros espectadores, y cuando su amiga sale al baño la pesadilla comienza.

La trama, con toques metafísicos, recuerda también al comienzo de la segunda entrega de otra saga de terror: Scream. No sé si Wes Craven vio Angustia, pero si es así, le debe a Bigas Luna la mejor escena de su película. La trama también remite, desgraciadamente, a acontecimientos recientes como la masacre de Colorado en la que un hombre asesinó a 12 personas que asistían al estreno de The Dark Knight Rises. Sea como sea, el poder de la ficción por atravesar sus fronteras y afectar la realidad parece ser una constante histórica tanto dentro del cine como fuera de él. En este caso, son los momentos concernientes a una sesión de hipnotismo, con la inquietante Zelda Rubinstein y una imaginería psicodélica, los que más afectan a los espectadores. Tal es el poder de esa ficción, que incita a las mentes trastornadas a emular los actos violentos que ve en pantalla. En ningún momento se toca la moral sobre este hecho, lo cual me parece positivo pues es una traba para el entretenimiento. No se juzga ese poder de la ficción como algo bueno o malo, sino sencillamente poderoso. Bigas Luna caía en el riesgo de moralizar con el tema, como ya se ha hecho incontables veces con los videojuegos y la música metal. Que si afectan de forma negativa a las mentes de los adolescentes y provocan consecuencias nefastas... Cuando siempre queda claro que el único culpable es la debilidad del ser humano.

También hay que decir que la mayoría de aciertos de la película se encuentran en la primera hora, y conforme se va acercando al final se va tornando más rutinaria, quedándose un poco por debajo de las expectativas que había levantado previamente. La escena final supone un gracioso guiño, que aparte de ser el típico cliffhanger de película de terror, pone una guinda en el discurso del cine como la transgresión definitiva de la realidad. Cuando se siente un horror intenso, da igual si su origen se encuentra en la ficción; para la mente es real y así te lo mostrará. Con esto, Bigas Luna parece postular: Sí, el (buen) cine tiene el poder de volverte loco.
Cinematic
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